No deben de existir en la historia procesal española muchos casos en que la Fiscalía haya recurrido la citación de un testigo. La anomalía –lo es al menos en términos estadísticos– retrata la deriva de u n Ministerio Público convertido por el presidente en una cartera más de su Ejecutivo y últimamente usado como instrumento de defensa privada a su propio servicio. La decisión del juez Peinado tampoco tiene muchos precedentes, pero en los dos conocidos tanto González como Rajoy comparecieron en presencia renunciando a la prerrogativa de declarar por escrito. Y ya se ha encargado la videoteca digital de recordar el momento glorioso en que el actual jefe del Gobierno, cuando lo era de la oposición, reclamó la dimisión...
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