El egoísmo es un grave defecto moral. Priorizar las
necesidades, deseos e intereses propios a expensas del bienestar de los demás
contraviene los valores fundamentales y fundacionales de cualquier sociedad,
cultura o religión. Y no es casualidad.
La cooperación es fundamental para el éxito de cualquier
grupo, porque permite la suma de esfuerzos y talentos individuales para
alcanzar objetivos comunes. Cuando cada miembro del grupo aporta sus
habilidades y conocimientos, se crea una sinergia que multiplica las
posibilidades de éxito.
Pero si una persona egoísta hipoteca al grupo por su propio
interés, y sin considerar las consecuencias que sus acciones pueden tener para
los demás, se rompe esta sinergia y se generaran conflictos y resentimientos. Y
esto es importante para el funcionamiento saludable de cualquier sociedad, con
independencia de su tamaño. Da igual que sea en una relación de pareja, en un
grupo de amigos o en un país.
Tristemente, localizar a este tipo de personas puede resultar complicado. Porque todos tenemos puesta una máscara que oculta nuestros defectos y nuestras verdaderas intenciones. Afortunadamente, existe una herramienta que podría ayudarnos a identificar a estos individuos: la grafología.
El análisis grafológico se basa en observar los detalles de la escritura para identificar patrones relacionados con la personalidad. Los expertos evalúan la escritura en el contexto personal del individuo y la relación entre letras, palabras y su disposición en el papel. Así, pueden detallar la personalidad del escritor con mayor precisión. Sin embargo, existen patrones genéricos que asocian ciertas características de la escritura con rasgos de personalidad.
Estos patrones pueden observarse en las características
generales del texto, como la altura de las letras, el uso de mayúsculas, la
forma de las letras (más anguladas o redondeadas), la distancia entre renglones
y la proximidad a los márgenes. También se encuentran en características más
específicas, como la forma del óvalo en las A’s o la longitud de la jamba en
las F’s. Otra característica específica muy reveladora es la forma de escribir
la “C”.
En particular, existe un rasgo en la escritura de esta letra
que puede indicar que una persona es acaparadora, interesada, egocéntrica y
egoísta. Este rasgo es el llamado “trazo enredado", que es un pequeño
latiguillo anterior a la escritura de la curva que forma la C. La observación
de este rasgo particular en la escritura puede ser una señal bastante clara de
que, cuando esta persona pueda sacar provecho de una situación… aun sabiendo
que perjudica a otros, la tomará.
Es importante no confundir el egoísmo con el interés propio.
Mientras que el egoísmo implica actuar en detrimento de los demás para
beneficio personal, el interés propio puede coexistir con el bienestar común.
Una persona que actúa en su propio interés, pero también considera el impacto
de sus acciones en los demás puede contribuir positivamente al grupo y a la
sociedad. La clave está en encontrar un equilibrio donde el bienestar personal
no se logre a expensas del bienestar ajeno.