MÁS allá de las especulaciones, rumores, teorías conspirativas o falsedades en medios estadounidenses y en redes sociales, no son pocas las serias preguntas que se hacen sobre la actuación del Servicio Secreto de EE. UU. el sábado 13 de julio, en el mitin del candidato Donald Trump en el condado rural Butler, en Pensilvania, cuando un joven francotirador, cuyos motivos se desconocen totalmente, hirió al ex presidente, mató a un asistente al acto e hirió a otros dos.
The Hill publicó el miércoles que, durante una conferencia telefónica, se informó a los senadores que el Servicio Secreto había señalado a Thomas Matthew Crooks como sospechoso más de una hora antes de que disparara a Trump, y que lo detectaran como una amenaza potencial 19 minutos antes del tiroteo. Había visitado el lugar el 7 de julio e incluso en la mañana del tiroteo.
La conversación no fue con cualquier funcionario de los cuerpos involucrados en la seguridad de las principales autoridades del país. Los interlocutores durante media hora fueron la directora del Servicio Secreto de Estados Unidos, Kimberly Cheatle; el director del FBI, Christopher Wray; el subdirector del Servicio Secreto, Ronald Rowe Jr., y el subdirector del FBI, Paul Abbate.
En la información destaca que «el tirador visitó el lugar de la manifestación durante 20 o 30 minutos el 7 de julio para explorar el lugar y también lo visitó la mañana de la manifestación. Un francotirador de las fuerzas del orden vio a Crooks usando un telémetro antes de usar una escalera para subir al techo de un edificio adyacente al lugar del mitin y enviar una alerta por radio a un puesto de comando», además estaba usando plataformas de comunicaciones cifradas que todavía tenían que penetrar.
Es lógico que el descontento de los senadores republicanos no se hiciera esperar, pero también senadores demócratas hicieron preguntas. El asunto preocupa a todos.
La demócrata Maria Cantwell (estado de Washington) preguntó al Servicio Secreto si tenía la capacidad de desplegar drones detectar amenazas potenciales desde posiciones elevadas. Respuesta afirmativa de Cheatle, solo que los drones no fueron utilizados en Butler.
Por supuesto, las cuentas en redes de los republicanos se atestaron. Mike Lee, de Utah, publicó: «Hasta ahora nos están inundando con detalles que no son del todo útiles. Todavía tengo que escucharlos abordar de manera sustancial los fracasos que llevaron a esta tragedia». Ron Johnson, de Wisconsin, calificó la sesión de «increíblemente poco informativa». «Sólo se permitieron 4 preguntas», dijo. Y el floridano Rick Scott pidió al Servicio Secreto y al FBI actualizaciones públicas diarias de sus hallazgos porque «la seguridad de nuestra República está siendo cuestionada. La administración Biden no puede esperar hasta que se complete la investigación para publicar detalles».
Tampoco fue lento en su reclamo el líder republicano del Senado, Mitch McConnell; pidió rendición de cuentas y el reemplazo de la Cheatle. Otro tanto hizo el representante republicano de Luisiana y presidente de la Cámara, Mike Johnson, tras recibir los congresistas información limitada de los cuerpos de seguridad.
Son varias las revelaciones que enardecieron a la colina del Capitolio de Washington porque, cuando menos, muestran negligencia de los servicios de seguridad.
Crooks fue detectado como «persona de interés» a las 5:10 pm —62 minutos antes del tiroteo—, a las 5:30 se le vio con un telémetro, a las 5:52 pm un francotirador de la agencia lo ubicó en el techo…
La amenaza era potencial; sin embargo, se le permitió a Trump subir al escenario. A las 6:09 pm, varios en la multitud vieron al sospechoso e intentaron alertar a las autoridades. A las 6:11 pm Crooks comenzó a disparar. Menos de 30 segundos después fue ultimado por el Servicio Secreto.
Los conocedores agregan a las fallas de seguridad, no haber colocado a nadie en el techo de esa edificación, situada apenas a 135 metros del estrado, ni haber asegurado el local con una patrulla, ni afuera ni en su interior.
Para completar la trama equívoca, se ha dicho que un policía local, con ayuda de otro oficial escaló el costado del edificio, vio a Crooks, quien le apuntó con el AR-15, y al tomar posición defensiva para agacharse, perdió el control, cayó al suelo (unos ocho pies)y resultó herido. Ya «el individuo comenzó a disparar», dijo Tom Knights, administrador del municipio de Butler.
Una fuente señaló a la agencia noticiosa AP que el atacante tenía en su teléfono fotos de Trump, de Biden, de líderes del Congreso y de otros funcionarios, incluido el secretario de Justicia Merrick Garland, y el director del FBI.
El FBI ha accedido al teléfono celular de Crooks, ha registrado su computadora, su casa y su vehículo, y hasta el momento ha entrevistado a más de 100 personas, pero desconoce los motivos del atentado, para dejar otro crimen de terrorismo doméstico en total nebulosa.