Un mal fin de semana lo tiene cualquiera, pero Max Verstappen no está muy acostumbrado a vivir tantos días regulares seguidos. Desde que McLaren se ha convertido en un rival de cuidado, el piloto holandés exhibe su furia más de lo habitual. Este domingo en Hungaroring se pasó toda la carrera quejándose de las malas prestaciones de su otrora invencible Red Bull , tuvo un incidente inicial con Lando Norris , acabó tocándose con Lewis Hamilton , y al final el inglés y él tuvieron que ir a declarar ante los comisarios. «En la frenada, Lewis siguió girando hacia la derecha y por eso yo también bloqueé porque iba a por el movimiento, pero vi que el coche del exterior seguía viniendo hacia mí. Si no, ya habríamos chocado antes. Tuve que parar el coche y por eso bloqueé», argumentó el líder del Mundial. Tampoco escaparon a su ira los ingenieros de Red Bull : «La estrategia equivocada me puso en una situación en la que tenía que luchar constantemente con la gente, intentando adelantar, y hoy no funcionó». Finalizada la carrera, cuando le dijeron que tantas quejas y tanta bronca había provocado las críticas de numerosos periodistas, especialistas y comentaristas de los numerosos medios de comunicación que siguen la F1 , Verstappen resumió su estado de ánimo actual en una frase: «Que se vayan todos a la mierda». Max está caliente desde su enfrentamiento en pista con Norris en el Gran Premio de Austria . Entonces ya le atizaron por su agresividad. Y no se le ha olvidado: «En Austria me echaron mucha mierda diciendo que me movía en la frenada, bla, bla, bla… Y lo que hice fue colocar mi coche en el movimiento inicial y luego lo mantengo recto» argumentó.
