¿Recuerdan aquella cruenta guerra civil de 2007 en McLaren entre un bicampeón mundial, Fernando Alonso , y el imberbe Lewis Hamilton? Pues este domingo la escudería inglesa ha estado a punto de prender la llama de un incendio con consecuencias inimaginables. Iban a firmar un doblete plácido, y una absurda decisión estratégica estuvo a punto de arruinar la paz interna y, probablemente, el futuro de una escudería en plena expansión hacia la gloria. Norris y Piastri , en ese orden, partían desde la primera línea de la parrilla. Verstappen, tercero, destapó su agresividad con el semáforo verde y acorraló a Lando en la curva inicial. Piastri se aprovechó de la batalla y, en una hábil maniobra, tomó el mando de la carrera. El australiano, una de las jóvenes promesas de la F1, manejó con soltura y acierto el liderato. Cuidó los neumáticos sin arriesgar demasiado y, vuelta a vuelta, se afianzó en cabeza. Por detrás, su compañero Lando tampoco pasaba apuros. Salvo contratiempo, el doblete de McLaren estaba asegurado . Sin embargo, cuando solo quedaban 20 vueltas (de las 70 totales) para el final, a algún ingenioso ingeniero (valga la redundancia) del equipo británico se le ocurrió agitar un poco la tranquila tarde de coches. Llamaron a Norris para que entrara a realizar el último cambio de neumáticos. Saldría con gomas frescas, con gran ritmo y, por tanto, adelantaría a Piastri cuando este tuviera que hacer su última parada. Vamos, un inesperado golpe de estrategia o, en el lenguaje anglosajón de la F1 , un «undercut (recorte)» de manual. ¿Por qué hacen eso?, fue la pregunta que se hizo todo el paddock. Y es que, en efecto, poco después Norris se colocó en cabeza. Y en lugar de cederle la posición a Piastri, se puso a tirar como un poseso . Hasta seis segundos le llegó a sacar cuando faltaban menos de diez vueltas para el final. La radio de McLaren dio un patético espectáculo de ruegos y amenazas dirigidas a Norris para que levantara el pie y dejara ganar a Oscar. A Lando le costó entrar en razón. Es el único piloto con posibilidades reales de disputarle el título mundial al todavía líder Verstappen y quería sumar la mayor cantidad de puntos posibles, pero cuando le recordaron 'amablemente' que sin la ayuda del equipo y de su compañero no podrá conseguirlo, echó el freno y se dejó rebasar. Quedaban dos vueltas para el final, y el suspiro de alivio en el garaje de McLaren se escuchó en Budapest (a 30 kilómetros). Por detrás de las balas naranjas, Verstappen fue de bronca en bronca. Desde el primer metro de carrera hasta el final. Se saltó la primera curva y tuvo que ceder la posición a Norris, y en el último tramo tiró su coche de forma salvaje para intentar pasar a Hamilton y alcanzar el podio. Pero Lewis no es el tierno Lando. El heptacampeón del mundo se aferró a su volante, aguantó la embestida y, cuando Max se pasó de frenada le tocó la rueda hasta hacerlo volar sobre el asfalto. Afortunadamente, el Red Bull volvió a aterrizar sin consecuencias y pudo cruzar la meta. Verstappen finalizó quinto, justo por delante de Carlos Sainz . El madrileño hizo una mala salida. Partía cuarto, pero se quedó medio parado y perdió tres posiciones. No tuvo mal ritmo de carrera, pero tampoco se le vio nunca en condiciones reales de intentar pelear con Hamilton y Verstappen por el tercer lugar del podio. Lo peor es que quedó por detrás de su compañero Leclerc (4º), pese a que el monegasco había salido dos puestos más atrás (6º) que él . Lo mismo le pasó a Fernando Alonso . Acabó undécimo tras otra penosa tarde de Aston Martin . Le arruinaron la carrera -él mismo se lo dijo a sus ingenieros por radio- con una estrategia absurda y, como colofón de la misma, al final tuvo que dejar pasar a su compañero Lance Stroll . Era la última vuelta y los neumáticos del asturiano no daban más de sí. Delante iba Tsunoda , al que quería dar caza, y detrás circulaba Stroll, con gomas en mucho mejor estado. Alonso cedió el paso al canadiense, pero este no pudo adelantar al japonés. Dicen que las prestaciones del Aston Martin mejoraron «un poco» en Hungría, pero el coche verde da para lo que da. Que, la verdad, sigue siendo casi nada.