“Solo este finde hay dos (fiestas): una el viernes y dos el sábado”, indicó por medio de una entrevista el pasado 10 de junio Esteban, un menor de 17 años que acude a este tipo de eventos al menos una vez a la semana. El muchacho también ha sido organizador: “Hace poco hicimos una y llegó demasiada gente, era un salón para 70 personas y había como 400 ahí metidas”, relató.
Las plataformas digitales facilitan no solo la viralización y distribución masiva de la información, sino también le dan un grado de inmediatez tal que dificulta a las autoridades rastrear estas fiestas clandestinas, donde menores tienen acceso a licor y drogas.
“Ahora todo se maneja desde las redes sociales, incluso con códigos diferentes. Entonces ahora ha sido más difícil el rastreo”, aseguró Anargerie Alvarado, coordinadora del Departamento de Atención Inmediata del Patronato Nacional de la Infancia (PANI).
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La exposición a este tipo de herramientas les permite a los jóvenes acceder al lugar y a sustancias o actividades delictivas.
“Muchas veces se utilizan pseudónimos que dificultan la acción de los cuerpos policiales y el Ministerio Público”, agregó Fernando Ramírez, director del Instituto Costarricense sobre Drogas (ICD).
Es a través de grupos de Whatsapp que los organizadores reúnen a los jóvenes para gestionar el evento. A estos grupos se accede por medio de un enlace que se comparte entre amigos o en redes sociales. Algunas fiestas, además cuentan con su propia página de Instagram para promocionar información y rifar botellas de licor, entradas y vapeadores, en ocasiones incluso a menores de edad.
Por medio de estos grupos, los organizadores dan pistas sobre la posible ubicación del evento, pues la dirección se envía tan solo unas horas antes por medio de correo electrónico a quienes adquirieron la entrada. En ocasiones, si hay sospechas de una intervención policial, la ubicación cambia a último momento y se anuncia a través del mismo grupo.
Por este medio, los organizadores recuerdan que hay solo un periodo de hora y media para ingresar antes de cerrar los portones. A veces, establecen incluso horarios para salidas grupales y reguladas, por lo que una vez dentro, puede ser complicado salir.
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Sinpe móvil es el método de pago para adquirir una entrada. Los organizadores dan el precio de los tiquetes en la descripción del grupo, en algunos casos se trata de una tarifa general que denominan “cover” y en otros, hay distintos precios que los jóvenes llaman “tiers”.
Esto significa que al menos un mes antes de la fecha designada para la fiesta se lanza una primera etapa de venta de entradas más baratas, que pueden rondar los ¢4.000. Posteriormente, cuando se agotan, anuncian una segunda ronda de venta y hasta una tercera, que puede alcanzar los ¢8.000.
Una vez que se concreta el pago, se envía el comprobante al mismo número con los datos personales: nombre, apellidos y un correo electrónico para obtener la dirección por medio de un enlace de Waze y un QR que se debe mostrar en la entrada de la fiesta.
Es común que, una vez que se concreta la actividad, se envía un enlace a una nueva fiesta.