La salud del presidente Biden está en entredicho , lapsus en momentos oficiales como la última Cumbre de la OTAN han añadido más dudas sobre si es el idóneo para plantarle cara a Donald Trump. Biden insiste en quitarle hierro al asunto y sentencia: «No me voy a ninguna parte». Sin embargo, no es el primer presidente que durante su mandato o en mitad de una campaña intenta desviar la atención del público de su historial médico . Cabe preguntarse si uno votaría por un candidato presidencial de la primera potencia del mundo si se enterase que está gravemente enfermo o si supiera que tomando una fuerte medicación que puede influir en su toma de decisiones. Lo cierto es que no es un dilema ficticio, repasando la historia estos perfiles existieron . Se dedicaron exposiciones y hay trabajos al respecto como el publicado por los doctores Justin Barr y Theodore N. Pappas que analizan los perfiles presidenciales y lo lejos que llegaron algunos en su ocultación. Repasan cómo Teddy Roosevelt , que recibió una bala, pronunció un discurso esa misma noche para demostrar que su salud no se vio afectada. « Eisenhower guionizó cuidadosamente los relatos de sus enfermedades y manipuló los eventos para mejorar sus posibilidades de reelección. Y Trump supuestamente ocultó sus primeros resultados positivos de la prueba de covid durante días», dicen. No sólo hablamos de su estado físico. Un análisis psiquiátrico de los primeros 37 mandatarios estadounidenses realizado en 2006 por la Universidad de Duke estimó que el 49% de los presidentes padecía alguna enfermedad mental . Señalan que el 24% sufría depresión, un 8% ansiedad, trastorno bipolar o dependencia del alcohol. Y algunos de ellos pasarían a ser algunos de los mejores presidentes más populares de la historia de EE.UU. El historiador Henry Adams indicó que cuando Teddy Roosevelt hizo campaña en 1912 « su mente estaba hecha pedazo s... su neurosis podía terminar en un colapso nervioso o una obsesión aguda«. Y en 10 casos , el informe destaca que «se observó un trastorno durante el mandato presidencial, que en la mayoría de los casos probablemente afectó a su desempeño laboral ». Fue presidente durante dos mandatos. Un demócrata al que Henry F.Graff, historiador de la Universidad de Columbia describe como uno de los presidentes más trabajadores de todos los tiempos : hacía sus propios trámites y trabajaba habitualmente pasada la medianoche. En 1893, durante su segundo mandato notó que tenía algo áspero en el paladar. Su médico presidencial, el mayor Robert O'Reilly, descubrió que tenía una lesión del tamaño de una moneda y los análisis determinaron que era un tumor. Los médicos estuvieron de acuerdo en que el presidente tendría que someterse a una cirugía. Sin embargo, el momento era especialmente delicado para el país. La bibliografía recabada por la biblioteca de Arizona señala que acababa de comenzar una depresión nacional y, el presidente estaba liderando un movimiento para el fortalecimiento de la economía. Estaban a finales de junio y en agosto tendría que comparecer ante el Congreso, por lo tanto, tenía que estar recuperado de la cirugía para entonces. La única forma de proceder era en secreto. Un yate fue el lugar elegido como centro de operaciones para realizar la operación. Y para disipar los rumores, los asesores de la Casa Blanca dijeron que se iba a pescar. Tras la operación Cleveland pudo dirigirse al Congreso. Sin embargo, los historiadores dicen que perdió gran parte de su antigua energía, su audición había mermado y se mostraba irritable. «La depresión persistiría durante el resto de su mandato y, cuando dejó el cargo en 1897, su partido prácticamente lo había repudiado . No fue hasta 1917, nueve años después cuando el público finalmente se enteró de lo ocurrido. Se convirtió en el 21º presidente en 1881, después del asesinato del presidente James Garfield. Como destacan Barr y Pappas al principio de su presidencia, Arthur comenzó a experimentar fatiga. «El doctor Brodie Herndon registró por primera vez el deterioro de la salud del presidente en febrero de 1882, señalando que estaba enfermo en cuerpo y alma», describen. Un chequeo a fondo esclareció que tenía la enfermedad de Bright que es una dolencia renal crónica. Zachary Karabell que escribió su biografía señalaba que debido a esta dolencia «su sangre y su cuerpo estaban siendo envenenados lentamente por su propia digestión». Mientras que a la prensa le seguían diciendo que el presidente estaba sufriendo los síntomas propios de la malaria , una enfermedad que por aquella época era endémica en el país. Cualquier atisbo de los medios por hablar de la enfermedad de Bright era tachado por la comitiva de Arthur de «pura ficción». A sus síntomas físicos se sumaba el haber perdido a su esposa en 1880. En los últimos años de su mandato empeoraron sus episodios de retención de líquidos, náuseas y dolores abdominales. Hizo un viaje oficial al Parque Nacional de Yellowstone para demostrar su buen estado de salud. Pero las cosas empeoraron durante la campaña presidencial y terminó perdiendo la nominación republicana. Los historiadores señalan que su salud se deterioró drásticamente tras dejar el cargo y murió en 1886. Su enfermedad se haría pública con un artículo en 'The New York Times'. Una polio mantenía a Roosevelt confinado en una silla de ruedas, pero este obstáculo no lo detuvo en sus aspiraciones a la Casa Blanca. Como recoge la biblioteca de medicina de Arizona, «Roosevelt, con la ayuda de aparatos ortopédicos, muletas y el brazo firme de uno de sus hijos, podía simular que caminaba». Su energía le permitió alcanzar la presidencia, pero durante su campaña para un segundo mandato surgieron rumores que ponían en duda que estuviera físicamente bien. El equipo de Roosevelt respondió mostrando a la prensa los detalles de un examen realizado por un equipo de médicos que declararon que la salud de Roosevelt estaba a la altura del desafío. Sin embargo, Kenneth Crispell y Carlos Gómez en su libro 'Enfermedades ocultas de la Casa Blanca' señalan que se pasó por alto que el informe contenía preocupaciones sobre el futuro . «El público se había concentrado en la polio, pero Roosevelt también mostraba otros malestares». En su tercer mandato, durante una cirugía los médicos descubrieron que padecía una enfermedad cardíaca grave con mal pronóstico . «Una afección que él, sus médicos y sus asesores ocultaron cuidadosamente al público para asegurar la victoria en una cuarta elección nacional». El cuadro médico de Roosevelt era « hipertensión, insuficiencia cardíaca y bronquitis aguda» . Le recomendaron descanso y dosis de digitalis. El cirujano de Boston Frank Lahey que trató a Roosevelt escribió un memorando secreto en el que escribía que le preocupaba que el presidente no sobreviviera para completar otro mandato . La pérdida de peso se hizo notoria y su salud se convirtió en tema nacional. «Preocupados de que los informes sobre su enfermedad arruinaran las posibilidades de reelección de Roosevelt, sus asesores programaron un desfile por la ciudad de Nueva York. Al tiempo que J. Edgar Hoover, director del FBI interrogó e intimidó a varios médicos de la Clínica Mayo que habían estado discutiendo los problemas cardíacos del presidente. Mientras su médico personal continuó afirmando que Roosevelt estaba sano y capaz», describen Barr y Pappas. Roosevelt ganó la reelección con el 53,4% del voto nacional, el margen más pequeño de su carrera. El público no supo a ciencia cierta durante su presidencia cuál era su verdadero estado de salud. Hasta que en abril de 1945, su salud empeoró y sufrió un derrame masivo que lo mataría . Pocos en su vida sabían que durante su infancia Kennedy tuvo un ataque de escarlatina, padecía problemas estomacales que lo obligaban a seguir una dieta blanda y dolores de espalda. Un cuadro médico que lo dejaba debilitado. Crispell y Gómez señalan que la naturaleza precisa de esta dolencia era incierta; «se enfermó de lo que los observadores han descrito de diversas maneras como ictericia, hepatitis y 'una enfermedad de la sangre '». En 1941, gracias a la influencia de su padre se obvió su historial médico y consiguió unirse a la Marina. Crispell y Gómez describen que Kennedy buscó entrenamiento para barcos PT que eran los únicos que n o requerían un examen físico . Durante un accidente el barco de Kennedy se hundió, pero consiguió llevar a la tripulación a lugar seguro, un acto heroico durante el cual se hirió la espalda y tuvo que pasar por una operación. «Años después, sus ayudantes afirmarían que Kennedy había contraído malaria durante su período de servicio. Esto era para encubrir una situación más grave », señala la biblioteca de Arizona. Kennedy tenía los síntomas de la enfermedad de Addison , un trastorno de las glándulas suprarrenales. Lo que hubiera sido, antes, una sentencia de muerte, contaba con un novedoso tratamiento con acetato de desoxicorticosterona (DOCA). Kennedy «Pronto, se convertiría en uno de los primeros en recibir tratamiento con cortisona y se encargaría de tener suministros de cortisona y DOCA disponibles en cajas de seguridad por todo el país» . En 1960, Kennedy se presentó a la presidencia y durante la batalla por la nominación demócrata, surgió la pregunta de si padecía la enfermedad de Addison. Su equipo le negó y Kennedy pudo así despejar el camino a la presidencia. En 1919, Wilson sufrió un derrame cerebral severo que lo dejaría incapacitado hasta el final de su mandato. No obstante, el historiador Edwin A. Weinstein describe que Wilson tenía antecedentes de trastornos cerebrovasculares desde 1896. Cuando era profesor en Princeton sufrió su primer derrame. Además, Wilson también tenía trastornos psicosomáticos que se manifestaban cuando estaba bajo un gran estrés. Su cuñado, Stockton Axson pensó que había cambiado en su personalidad después del derrame cerebral de 1896. Posteriormente, sufriría sucesivos derrames que afectaríann a sus habilidades. Y un año después de alcanzar la presidencia sufriría nuevamente otro que según Crispell y Gómez no solo afectó al brazo izquierdo de Wilson, «creó la posibilidad de que pudieran producirse con el tiempo cambios duraderos en el comportamiento del presidente , basados en un suministro sanguíneo insuficiente y una oxigenación deficiente del cerebro». Sin embargo, Wilson negaba la gravedad de su estado. En 1919, después de la Primera Guerra Mundial, mientras realizaba unas giras públicas para convencer al Congreso de que aprobara la entrada de Estados Unidos en la Sociedad de Naciones sufrió el colapso más grave. «En ese momento, comenzó un encubrimiento, encabezado por el doctor del presidente, Cary Grayson, y la segunda esposa de Wilson, Edith. Pensaron que sería mejor que Wilson no fuera informado de la gravedad de su estado. Cuando Grayson habló con el gabinete, surgió la cuestión de la sucesión, pero se negó a firmar ningún aviso oficial de incapacidad. También desaconsejó que se hiciera público el alcance de la enfermedad del presidente», describe la biblioteca de Arizona. Sin embargo, cuando Wilson quiso presentarse para otro mandato Grayson llegó a su límite y comunicó a la convención demócrata el estado real del mandatario. Cuando dejó el cargo, un periodista describió que era un destrozado remanente del hombre que alguna vez había sido. Trump que dice de sí mismo «soy un genio muy estable» y ha sobrevivido a un intento de asesinato dejando para la historia una foto de su fortaleza, también está en la lista. Ya que en 2020, desarrolló síntomas respiratorios y dio positivo en la prueba de coronavirus el 2 de octubre. Como recuerdan Barr y Pappas «Trump evitó usar mascarilla y tuvo diversas exposiciones a personas con la enfermedad en la semana anterior. Además, Mark Meadows, su jefe de gabinete, reveló que Trump ya había dado positivo el 26 de septiembre , antes de múltiples eventos públicos». Ahora, Biden también ha dado positivo en Covid. Y en cuanto a sus otros problemas de salud, Kevin C. O'Connor, médico oficial del presidente, ha intentado dejar claro que Biden sigue siendo apto para desempeñar sus funciones. Y que no había «hallazgos consistentes con trastorno cerebeloso o neurológico central». Sin embargo, la duda y las críticas de sus propios compañeros de partido siguen ahí, mientras muchos se preguntan hasta qué punto esto dará alas a Trump para conseguir su segundo mandato.
