Si Pedro Sánchez busca un modelo a partir del cual desarrollar el reparto de publicidad institucional que anunció durante la presentación de su plan de regeneración democrática , no tiene más que adaptar el que aplican ya sus socios independentistas desde la Generalitat catalana. A través de ayudas directas o de inserciones publicitarias, el nacionalismo ha trazado de forma precisa la línea que separa a los medios afines de los desafectos. El informe sobre el reparto de la publicidad institucional de las elecciones autonómicas del pasado 12 de mayo revela que el 99,1 por ciento de los fondos presupuestados por la Generalitat, cuyos anuncios insertó de forma selectiva, cuando no sectaria, fue a parar a campañas en catalán, con solo el 0,9 por ciento en castellano, lengua no solo oficial, sino mayoritaria en una región en la que de forma sistemática se ignora el derecho a la información, superado por el deber de financiar a los medios leales y de fomentar las señas identitarias que sostienen el credo oficial.
