Hace algo más de dos años hubo un mensaje en Twitter que me causó vergüenza, no sé si ajena o propia, después de que se celebrase la final de la Copa del Rey en la Cartuja. Un valencianista relataba la pesadilla que le resultó la vuelta a su alojamiento en San Juan de Aznalfarache. No era la derrota lo que le indignaba, sino el bochornoso acceso y salida que se encontró en el mal llamado Estadio Olímpico. Una suerte de gymkhana en la que participaron las dos hinchadas. Este aficionado ché, tras el encuentro, pasada la una de la madrugada, se encontró con que ni había taxis, ni Uber, ni Cabify, ni funcionaba el Cercanías, ni había ya autobuses. Desorientado,...
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