Hasta donde sabemos, "Plural de sed" es el título de Francisco Caro, "un viaje en verso por la geografía del amor". Nada que ver con la otra sed más prosaica, la que la Real Academia Española (RAE) define, en su primera acepción, "como sustantivo femenino que hace referencia a gana y necesidad de beber". Afinando un poco más, "apetito o deseo ardiente de algo". Sus sinónimos serían para esta última acepción anhelo, apetito, deseo, ansia, avidez, afán, acucia... A cualquiera de ellos le añadimos la letra "s" y formamos sin más confusión su plural.
Animados por el bochorno de estos días, nos preguntamos cuántas veces nos hemos visto en la necesidad de usar la palabra "sed" en plural. ¿Cuál sería la grafía correcta de esta voz? "Sedes" sonaría extraño, como un balbuceo de bebé, pero si le colocamos la "s" al final parecería que nos hemos mudado de idioma. ¿Entonces? ¿La dejamos tal y como está?
Resolvamos el dilema consultando lo que dice la RAE al respecto. En las páginas de "Nueva gramática de la lengua española" encontramos que, en general, lo ideal y preferido es emplear la palabra "sed" solo en singular. Sería uno de esos casos conocidos como "Singularia tantum" (Solo singulares) o "Singulares inherentes", que hacen referencia a nombres que, por sus características semánticas, tienden a utilizarse solo en singular, es decir, que "el singular es parte esencial de su significado". Para la palabra "sed", la preferencia de emplear esta voz como un singular inherente se debe principalmente a razones fonológicas, puesto que "sedes" no resultaría nada natural, excepto si nos referimos a sede como lugar de residencia oficial o casa matriz.
Por otra parte, no existe necesidad de plantear el plural en su uso cotidiano. Si es por cantidad, le anteponemos un adverbio de cantidad, según sea mucha o poca esta sensación fisiológica que se manifiesta en forma de sequedad en la garganta o boca que conlleva el deseo inmediato de ingerir líquidos.
