Estamos ya en la temporada de verano y Cataluña es un punto de referencia para el turismo que nadie pone en duda: su clima, la costa mediterránea, su gran patrimonio histórico, la gastronomía o ciudades como Barcelona, Tarragona y Girona que son un polo de atracción importante de visitantes. Tanto el aumento de visitantes que recibe Cataluña, así como la marcha de vacaciones de catalanes que dejan su propiedad vacía durante unos días, también son un reclamo para la actividad criminal. Y precisamente en este aspecto, Cataluña no goza de buena salud. Para definir la situación de seguridad que se vive, desde Interior de la Generalitat han venido a decir que este «será un verano complejo» en seguridad para Cataluña o por ejemplo han llegado a hacer recaer sobre el ocio nocturno una gran parte de la inseguridad que sufrimos sin aportar dato alguno (buscar terceros responsables para rehuir de la responsabilidad propia). Pero los datos fríos en seguridad de Cataluña, además de preocupantes, son una dura realidad. Cuatro datos para saber de los que hablamos: en 2023, Cataluña sufrió un aumento de un 5,6% en criminalidad convencional (hurtos, robos con agresión, agresiones sexuales, tráfico de drogas etc…); con un total de 434.358 infracciones penales en un año (es decir, 1.190 infracciones penales al día). Y estos datos son los casos conocidos y denunciados. Si vamos a las grandes ciudades turísticas, Barcelona tuvo un aumento del 7,2% sobre la criminalidad convencional (con el índice de criminalidad por cada mil habitantes más alto de España); Girona ha subido un 4,4% y Tarragona sube un 11,5%. Por eso, decir que estamos ante un verano complejo o poner la presión solo sobre el ocio nocturno es un resumen simplista y que ha llevado a un operativo insuficiente, bajo mi opinión, pues los operativos presentados (Helios y Ónix) se basan en sacar una gran bolsa de horas extra. El objetivo es tener 800 mossos más en verano en las calles de Cataluña, de los que la mitad van a ir destinados a la celebración de la Copa América (cosa que no se discute y seguramente necesaria). Pero dejar el éxito de las políticas de seguridad en ver si se cubre la bolsa de horas extra ofertada a los agentes de policía del cuerpo de los Mossos d'Esquadra, demuestra que no hay estrategia ni modelo policial; o que el modelo que hay está totalmente desfaso para las nuevas realidades y necesidades que vivimos y requiere las calles y ciudadanos de Cataluña. Que Cataluña sea un referente turístico; que las noches de verano siempre tienen un mayor uso del espacio público y de ocio; y que los robos en domicilio aumentan en esta temporada del año, no es una realidad nueva. Si son nuevas algunas realidades que vivimos desde hace pocos años como por ejemplo la cultura del arma blanca (cultura del machete) que está siendo demasiado habitual en nuestras calles en los últimos años. Para estas nuevas realidades, los agentes de policía necesitan medios adecuados para hacerles frente, más formación y revisar los protocolos de actuación. Lo que queda en evidencia es que el modelo actual no es el adecuado, necesita revisarse para maximizar los recursos y el trabajo de la policía. También es verdad que faltan reformas legislativas para reforzar la lucha contra el delito y sus autores. Pero lo que vivimos hoy en Cataluña no es más que la herencia de años en lo que se ha actuado con complejos y falsos buenismos (por ejemplo, que en 2023, la CUP presidiese la Comisión de Investigación en el Parlament sobre la infiltración de la policía en sus actuaciones). Una reforma y revisión del modelo policial necesaria que ha de realizarse sin complejos que afronte con firmeza la lucha contra la delincuencia, que garantice la seguridad de nuestros policías y que su objetivo sea la defensa de nuestras libertades públicas. Alberto Villagrasa, diputado del PP en el Parlament de Catalunya
