Agentes del FBI han rastreado casa por casa el barrio de Bethel Park donde Thomas Matthew Crooks vivía con su familia, mientras crece el misterio en torno a las razones que llevaron al joven de 20 años a tratar de asesinar a Donald Trump mientras se dirigía a la multitud durante un mitin en Butler, en el estado de Pensilvania.
El FBI dijo que había logrado acceder al teléfono de Crooks, pero que el análisis preliminar de la información en el laboratorio en Quantico, en el estado de Virginia, no había avanzado en la búsqueda de las razones del atentado que dejó al expresidente de EEUU herido, mató a un asistente al mitin y causó heridas a otros dos.
Crooks fue abatido casi instantáneamente por agentes del Servicio Secreto que devolvieron el fuego, pero el impactante incidente ha sumido a Estados Unidos en la confusión política y ha agitado una campaña electoral ya de por sí salvaje, empañada por el temor a la violencia política y el creciente malestar ante la perspectiva de disturbios civiles.
El FBI está tratando de averiguar si Crooks era un extremista doméstico y violento con motivaciones políticas. En un comunicado actualizado el lunes, el Buró Federal de Investigaciones explicó que habían registrado por completo la residencia y el vehículo de Crooks, y que habían hablado con casi cien personas, entre los asistentes al mitin, las fuerzas del orden, y otros testigos que estuvieron el sábado en Big Butler Fairground, el espacio de Butler para ferias al aire libre donde se organizó el encuentro político.
“El arma de fuego que se usó en el tiroteo fue adquirida de manera legal. Antes de este incidente, el FBI no tenía conocimiento del tirador”, dice el texto del comunicado. “La investigación hasta el momento indica que el tirador actuó en solitario, pero el FBI sigue llevando a cabo una actividad de investigación lógica para determinar si hay cómplices. En este momento, no hay preocupaciones de seguridad pública”, añade.
El lunes se supo que Crooks podría haberse formado como tirador en el Clairton Sportsmen's Club, un club local de tiro donde era socio registrado.
El director jurídico del club dijo al periódico The New York Times que la organización “condena plenamente el acto de violencia sin sentido que se produjo ayer”. Con relación a la investigación del FBI, el director jurídico no quiso ahondar sobre la clase de entrenamiento que pudo haber recibido Crooks.
En la ladera de una colina 24 kilómetros al sur de Pittsburgh, el club de tiro está formado por un conjunto de cabañas destartaladas sobre las que ondean una bandera estadounidense y otra de prisioneros de guerra y desaparecidos en combate, simbolizando el compromiso de EEUU con los soldados que envió a la guerra de Vietnam y al resto de conflictos.
Dos miembros del club disparan con sus rifles a los blancos y se escucha el chasquido claro de las balas. Algunos blancos están a más de 119 metros, la distancia que se calcula había entre el rifle de Crooks y el podio de Trump cuando el tirador efectuó hasta ocho disparos, impactando en la oreja del expresidente, matando a una persona de la audiencia, y provocando heridas en otras dos.
Un directivo del club de tiro Clairton se negó a comentar qué tipo de instrucción había recibido Crooks y ordenó a los periodistas que abandonaran el lugar.
En la armería local Legion Arms, un instructor de tiro dice que la distancia no era tan grande como para que el tipo de arma empleada por Crooks, un rifle estilo AR-15, pudiera dispararse con precisión en las manos adecuadas. “Ese tipo de arma y de proyectil son buenos para distancias de 700 o de 800 yardas [entre 600 y 730 metros, aproximadamente]”, dice, añadiendo que Crooks no había sido cliente de la tienda.
Según este instructor, que no quiso ser identificado por su nombre, Crooks había mostrado falta de experiencia en su puntería; o precipitación, tras ser identificado en una posición elevada sobre las instalaciones de la empresa American Glass Research. “Disparó a la cabeza, y no al cuerpo; en disparos a larga distancia es al cuerpo a lo que se dispara”, dice. “Disparar a la cabeza es lo que hace la gente porque lo ve en las películas”.
De acuerdo con un artículo del periódico Pittsburgh Post-Gazette, Crooks compró en Allegheny Arms and Gun Works, una armería de Bethel Park, 50 cartuchos de munición horas antes del mitin en Butler. Los investigadores también habían informado sobre la adquisición de 50 cartuchos por parte de Crooks en la mañana del tiroteo.
Los artificieros del condado de Allegheny confirmaron el lunes que se habían unido a la investigación después de que en el coche de Crooks se hallaran explosivos, entre los que también parecía haber granadas.
El sheriff de Butler, Michael Slupe, confirmó al canal de noticias por televisión KDKA que un agente armado del ayuntamiento de Butler se había encontrado con Crooks antes de que este disparara contra el expresidente desde su posición elevada y fuera del perímetro del espacio ferial. “Todo lo que sé es que el agente tenía las dos manos en el tejado para subirse, no llegó a hacerlo porque el tirador se había vuelto hacia el agente, y el agente, de manera inteligente y acertada, abandonó”, dijo Slupe.
En Bethel Park —donde Crooks vivía con su madre, había asistido a la escuela de secundaria Bethel Park, y después había conseguido trabajo en la cocina de un hogar de ancianos los residentes— siguen desconcertados.
Muchos amigos de la secundaria describen a Crooks como un estudiante aislado que sobresalía en matemáticas pero era poco hábil con las relaciones sociales. Aunque algunos dijeron que era de tendencia política conservadora, la imagen general que ha ido surgiendo no está del todo clara. Crooks era una excepción entre muchos jóvenes porque no tenía demasiada presencia en Internet donde ahora se podrían buscar pistas sobre sus inclinaciones políticas o su estado de ánimo antes del ataque.
La comunidad local sigue conmocionada, dice Alex Williams, que se graduó un año antes que Crooks y ahora tiene 23. “En Bethel no ocurre nada realmente loco, así que creo que mucha gente está perturbada, porque no es normal”, dice. “Les frustra que el tipo fuera de aquí y les frustra que algo así haya ocurrido”, añade Williams, que no recordaba si Crooks había sido víctima de acoso, tal y como han testificado algunos de sus coétaneos directos. En el recuerdo de Williams, el acoso escolar contra Crooks se limitaba por lo general a “miradas de reojo” y a no incluirlo socialmente.
Según Jason Kohler, exalumno de la misma secundaria, Crooks solía ser víctima de acoso. “Era tranquilo, pero le acosaban, le hacían mucho bullying», dice.
Williams cree que los confinamientos por la COVID-19 han afectado profundamente a su generación, haciendo que los jóvenes se metieran mucho en Internet, y que la polarización política ha vuelto posible hacerse “muy de derechas o muy de izquierdas y bajar hasta el fondo como por una tubería, tanto por la derecha que por la izquierda”.
Con la investigación todavía en marcha, Biden ha pedido a los estadounidenses que rechacen los actos de violencia por cuestiones políticas. Trump ha dicho que su discurso en la Convención Nacional Republicana se centrará en la “unidad”.
Para Williams, “es 100% posible que alguien llegue muy abajo y diga algo como 'sí, voy a matar al presidente'”.
Steve Riviere, vecino de Crooks, dijo a la cadena KDKA que la comunidad está “sorprendida y conmocionada”. “Quizás no tanto como deberíamos, pero conmocionada de que ocurran cosas como estas”, afirmó. Añadió que confiaba en que esto fuera “el final y que se llegue a una posición en la que la gente pueda hablar sobre sus problemas de una manera educada y normal en lugar de sacar un arma y subirse a un tejado”.
Traducción de Francisco de Zárate