El fenómeno Mbappé existe y, en su primer día de vida en la capital española, provocó una expectación casi desmesurada en los aledaños del Santiago Bernabéu. Devolvió a la vida a la era galáctica del Real Madrid, aquella en la que el éxito de un fichaje se medía por el número de camisetas que vendía además de por sus goles y grandes jugadas. Eran los futbolistas armas marketinianas, una forma de extender el imperio blanco en el césped y en el IBEX 35. Y, ayer, solo bastaban un par de pasos por los alrededores del templo blanco para darse cuenta de que esa realidad tendrá un nuevo capítulo con el aterrizaje del astro galo . Había mucha ilusión en los rostros de los fieles madridistas, pero también se acercaron al evento turistas o meros transeúntes, que simplemente pasaban por allí y se sintieron atraídos por el ruido y el revuelo general. Un grupo de asiáticos posaba con una bufanda bordada con el nombre del protagonista mientras que un seguidor, enfundado todavía con la camiseta de la selección española y con una lata de cerveza, se colaba en la instantánea. «Tipical spanish», se justificaba ante los extranjeros, que solo pudieron emitir una risa nerviosa y un amago de reverencia ante el caluroso recibimiento. Fiesta que chocaba con la desoladora imagen que presentaba la tienda oficial del equipo, situada en uno de los laterales del recinto. Parecía que un huracán se había colado en su interior o que una estampida de búfalos había intentado atravesarla, pues había perchas por los suelos, decenas de personas desfilando de un lado para otro y una caja registradora que no paraba de hacer 'clink'. Bellingham y su dorsal cinco aún siguen teniendo presencia en la afición madridista, sobre todo entre sus miembros más pequeños, pero parece que el inglés ha sido desplazado por algo más que un futbolista, por un fenómeno de masas más bien. Solo así se puede entender que algunos de los presentes no tuviesen ningún pudor a la hora de ofrecer una entrada a cambio de una cantidad absolutamente demencial . Era inevitable que el Bernabéu se llenase para la presentación de Mbappé y, como es lógico, el Madrid dio prioridad a los abonados, que entrarían sin coste alguno. Hace tres días, el club emitió entradas gratuitas pero, en ese proceso, alguien quiso sacarse un dinero extra. En las páginas web de segunda mano, los tickets tenían un coste mínimo de 30 euros que iba ascendiendo hasta los 100. Pero, cuando solo faltaban unas horas para la apertura del estadio, la desesperación se hizo con el poder. «Había un loco que me pedía 150 euros», aseguraba a este diario un aficionado más perplejo que molesto.