A mi me parece que lo más llamativo de las grandes gestas colectivas son las arengas con las que los jefes de grupo tratan de motivar a los suyos. Estos días, durante la rutilante singladura de España en la Eurocopa , hemos visto al seleccionador dando arreones con los puños desde la banda, y a los jugadores, encorvados como beduinos, formando un círculo de conjura mientras el capitán, titular o no, profería voces dictadas por el pundonor y la testosterona. Para librar una batalla hace falta atiborrar las arterias de adrenalina y para lograrlo hay pocas cosas más eficaces que un parlamento incendiario. El efecto dura lo que tarda el guerrero en medir su fuerza. Si se demuestra lo bastante...
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