Cuando hablamos de un lenguaje, damos por sentado que éste debe tener palabras. Sin embargo, hay lenguajes que se sirven de signos gráficos (como el braille) o de códigos binarios de uno y cero o incluso de gestos de la mano y el cuerpo, como la lengua de signos. Pero hay incluso alguno más fascinante todavía que transforma los sonidos en una manera de transmitir mensajes cortos entre dos posiciones remotas. Además, fue declarado Patrimonio Cultural Inmaterial por la UNESCO y sigue usándose todavía hoy.
Para quienes todavía no lo sepan, hablamos del silbo gomero, una ancestral manera de comunicarse entre individuos que viven en la escarpada orografía de La Gomera, una de las siete Islas Canarias. En contra de lo que pueda pensarse, el silbo gomero es conocido en la actualidad por una numerosa comunidad que se calcula en torno a las 22.000 personas, y se cree que ha quedado para la historia como una herencia de los primeros pobladores de las Islas Canarias. Algunos expertos piensan que esta forma de comunicación también se utilizaba en otras islas del archipiélago como El Hierro, Tenerife y Gran Canaria, aunque parece haberse perdido en el resto, quedando solo restringido a La Gomera, la única que todavía lo conserva. Por este motivo, el lenguaje es conocido como silbo gomero y desde 2009 está protegido por la UNESCO mediante su inclusión en la listado de la Convención para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial.
El silbo transforma los sonidos vocalizados de cualquier lenguaje natural humano en silbidos tonales reconocibles a distancia. Tras la desaparición del idioma guanche originario, en la actualidad codifica habitualmente la lengua castellana. El silbo gomero permite intercambiar mensajes en una distancia de hasta cinco kilómetros. Los practicantes del silbo gomero, usualmente son conocidos como silbadores. La Gomera, segunda isla más pequeña del archipiélago, posee características físicas y geográficas que la distinguen de las demás islas, plagada de barrancos y valles que complican los desplazamientos, por lo que se puede llegar a entender el impacto del silbo en la isla y los factores que ayudaron a que se conservase. Su presencia en la isla, desde hace más de cuatro siglos, es estimulada por el ambiente rural, y se sigue manteniendo en todo su esplendor.
Para su comunicación, reemplaza las vocales y consonantes del español por silbidos: dos silbidos diferenciados sustituyen a las cinco vocales; y otros cuatro a las consonantes. Por medio se pueden expresar más de 4.000 palabras y crear una cantidad ilimitada de mensajes. La comunicación suele ser bidireccional, intercambiando preguntas y respuestas a través de frases cortas.
Durante siglos, el silbo gomero se transmitía de generación en generación como una herramienta más para realizar el trabajo en el campo. A mediados del siglo XX, se puede observar un claro descenso en el empleo de este lenguaje por dos razones: muchos hablantes del silbo gomero se vieron forzados a emigrar en busca de trabajo o mejores condiciones de vida, mientras que, por otro lado, el desarrollo tecnológico del teléfono, jugó un papel fundamental en la reducción de la utilidad del lenguaje. Desde 1999 se imparte de forma obligatoria en las escuelas de La Gomera, lo que ha contribuido a que en las últimas décadas este lenguaje silbado haya incrementado en número de hablantes