«Un hombre puso un cuchillo sobre la cabeza de mi hijo de quince años y le ordenó que se levantara y caminara hacia una hilera de cuerpos que yacían al costado de la carretera. Mi hijo se acercó y entonces el tipo con el cuchillo le dijo: «Ahora todo lo que tienes que hacer es cortarles el cuello a tus amigos». Él y los otros muchachos comenzaron a gritar y a decir que no podían hacer eso», cuenta a Human Rights Watch, Hajar, de 39 años, que huía con su hijo de la violencia desatada por e l estallido de los conflictos en Sudán. Y pese a esto, tu guerra no importa , es lo que se le puede decir a Hajar. Esa es la realidad . «Lo que pasa ahora siempre ha pasado, continuamente mueren niños y se producen enfrentamientos entre ellos», es lo que pueden llegar a sentenciar los observadores ajenos cuando hablan de lo que ocurre en el continente africano y en un país como Sudán, según afirman por unanimidad los expertos a los que ha consultado ABC. África no es un país, pero todo se ve bajo el mismo prisma. Pero, en este país en concreto llevan más de 12 meses de combates a gran escala entre el Ejército liderado por Abdel Fattah Al-Burhan y el poderoso grupo paramilitar de las Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF) comandado por Muhammad Hamdan Dagalo, alias Hemedti. ¿Lo sabías? Es una lucha sometida a un estruendoso silencio popular, pero están pasando cosas que están lejos de ser insignificantes. Si uno se pone a indagar encuentra que continuamente ostenta el título de 'mayor' en algo. Estos son los datos: Sudán está sufriendo la mayor crisis humanitaria del mundo. Lo equivalente a más de la mitad de la población española, 25 millones de personas están sumidas en ella, y 14 millones son niños. Lo que a su vez genera una de las mayores crisis de desplazados forzados del planeta jamás registrada, ACNUR contabiliza 10 millones de mivilizados. Al mismo tiempo la población se expone a « la mayor crisis de hambre en el mundo«, según alertó la directora ejecutiva del Programa Mundial de Alimentos (PMA), Cindy McCain. «Estamos ante una situación que prácticamente no tiene precedentes en la historia, y es el epicentro de la inseguridad alimentaria a nivel mundial», dice Navarro. «La guerra que no se ve» , así la llaman las ONG. Estados Unidos ya ha advertido de un desastre de «proporciones épicas». Pese a este panorama, Sudán es víctima de «la mayor infrafinanciación de una crisis. Solo ha recibido el 6% de lo que realmente necesita. Y claro, puedes compararlo con otros casos que en menos de 24 horas logró gran parte de la financiación que estaba solicitando. Es la necropolítica. Qué vidas son importantes y para quién. Hay una forma dispar de tratar las diferentes crisis a nivel global », indica Iván Navarro, investigador en el Programa de Conflictos y Construcción de Paz de la Escola de Cultura de Pau de la Universidad Autónoma de Barcelona. Y a esto se refieren cuando Médicos sin Fronteras o Unicef indican que en Sudán hay «un vacío humanitario». Esto es un desierto de asistencia en medio de «un concurso de conflictos que monopolizan las buenas intenciones», nos comenta Navarro. La lógica implacable en esta batalla por la atención es que unos pierden y otros 'ganan'. Mientras, la Corte Penal Internacional ha declarado que hay motivos para creer que tanto los paramilitares como el ejército están cometiendo crímenes contra la humanidad y genocidios. La oficina de Unicef en Sudán recuerda a ABC que en 2023, la ONU verificó el asesinato y mutilación de 1.244 niños. Y apuntan que precisamente los más jóvenes al vivir a menudo en campamentos y asentamientos superpoblados, «enfrentan servicios inadecuados de alojamiento, saneamiento y atención sanitaria. Que combinados con brotes de enfermedades y hambre están creando la tormenta perfecta ». Ada Yee, coordinadora de emergencia en Darfur de Médicos Sin Fronteras (MSF), que está actualmente en Sudán, a pesar de que ha estado en otros conflictos nos dice: «Nunca he visto nada igual». Y al preguntarle sobre los recursos de que dispone la población, añade: «No hay nada. Absolutamente nada». Los vídeos que nos llegan muestran un cielo color de humo, camionetas con hombres armados en medio del caos y «un olor a muerte que está por toda la zona» y «fosas abiertas con 200 cadáveres», eso es lo que declaró una mujer sudanesa llamada Shula y Sarah, una trabajadora de ayuda humanitaria a Human Rights Watch (HRW). Esta organización ha llevado a cabo una exhaustiva investigación que describe la violencia extrema que ha ocurrido en Sudán desde el inicio del conflicto, en abril de 2023. Documentando lo ocurrido en El Geneina y Darfur occidental contra la minoría étnica masalit y otras poblaciones musulmanes con una limpieza étnica orquestada por la población árabe. «Entre 10.000 y 15.000 personas fueron asesinadas en 2023», señalan. Y lo que describen es una campaña de exterminio con un patrón, la demolición de los barrios para expulsarlos definitivamente de la zona y la búsqueda de personajes de resonancia. Ese fue el caso de la periodista y activista de los derechos humanos Nura dedicada a denunciar los abusos históricos. Ella describió lo que le pasó el 12 de mayo de 2023. Día en que vinieron a buscarla y la secuestraron . «Un hombre dijo: «¿Quién te pagó para que dijeras esas cosas?...Otros me ordenaron que abandonara la ciudad y comentaron: «Eres un esclava». Luego uno añadió: «Deberíamos violar a las mujeres nuba hasta que den a luz a nuestros bebés». Y dos de ellos me violaron», declaraba. Este conflicto comenzó después de meses de tensiones entre las Fuerzas Armadas de Sudán y las Fuerzas de Apoyo Rápido (RFS) . Amnistía Internacional explica que son una fuerza paramilitar independiente que, hasta el conflicto actual, combatían en nombre del gobierno de Sudán. «Fueron creadas por el expresidente de Sudán, Omar al Bashir, hace más de 20 años para aplastar rebeliones en Darfur», cuentan. Navarro nos explica que esta milicia se integró con mucha autonomía dentro del ejército sudanés . Eran como sus fuerzas de élite. Y matiza que Sudán ha tenido múltiples crisis, desde su independencia y la última de ellas tiene que ver básicamente con la caída del régimen de Bashir, en 2019. Se creó entonces un gobierno transicional en el país con una junta militar, y se acordó un traspaso de poder a la población civil que se vio dificultado por un nuevo golpe de Estado. Sin embargo, las conversaciones para una transición continuaron, pero de fondo había una disputa sobre el tema de la reestructuración del ejército en Sudán y el papel que tomarían los paramilitares en esa nueva reconfiguración. La falta de acuerdo fue el detonante de los actuales enfrentamientos. Navarro destaca que tiene una importancia geoestratégica enorme. «Sudán controla todo el paso del Nilo que nace en Uganda, Kenia Tanzania. Y el Nilo blanco y azul que sale de Etiopía. Por tanto, es el paso fundamental a nivel fluvial, de toda la cuenca del Cuerno de África . Y también tiene el control del Mar Rojo, que ahora resuena por la crisis en Gaza, lo de Yemen y los hutíes. Lo que lo convierte en un punto fundamental para el comercio internacional marítimo ». Al tiempo que hace frontera con ocho países. De modo que es muy importante mantener el control de Sudán, porque su inestabilidad puede generar un efecto contagio . Y también tiene un potencial enorme, sobre todo a nivel más de minerales, como es el oro . La Compañía Sudanesa de Recursos informó que, en 2023, su venta al exterior había generado 2.000 millones de dólares. Algo que no vería una población que vive con menos de 2 euros al día. En este tablero de recursos, Alaminos apunta que los mercenarios del grupo Wagner fueron localizados en Sudán apoyando a las RSF. Su presencia lo que ha hecho es complicar aún más el conflicto porque ha contribuido a la militarización. Se les acusa de participar en actividades ilegales, el tráfico de oro y de exacerbar las violaciones de derechos humanos. que han sido explotadas siempre por las élites para mantenerse en el poder», «Estamos ante un conflicto que tiene profundas raíces en enfrentamientos anteriores que incluyen divisiones étnicas y regionales. Ambos bandos están luchando por los recursos para poder seguir ejerciendo la violencia», nos explica María Ángeles Alaminos, profesora de la Universidad Loyola e investigadora del Grupo de Estudios Africanos. Jartum, la capital, está sufriendo la mayor presión en este fuego cruzado. «Otra de las regiones donde la violencia está siendo más intensa es Darfur, que es frontera con Chad», describe Navarro. Yee nos dice que en Darfur no hay infraestructura de red eléctrica ni agua, los precios son desorbitados. Y ni una persona que tenga ingresos puede sobrevivir más tiempo. Tampoco hay opciones seguras para moverse de un lado o el otro porque los bandos están bloqueando el paso. Y a su vez, hay una gran burocracia que ralentiza aún más la ayuda. Realmente la mayoría de la población puede morir. La gente, los niños.» De hecho, « Sudán es la mayor crisis del mundo donde hay más niños involucrados . Tenemos detectados casos de dengue, de cólera, de malaria y de sarampión. Y estamos trabajando para llevar vacunas. Pero lo que se quiere ante todo es paz», indica Blanca Carazo, responsable de Programas Internacionales de Unicef. Navarro especifica que la mayoría de los actores internacionales han mostrado un interés genuino en tratar de desescalar la violencia, pero, faltan compromisos serios. «Se olvidan las responsabilidades del mundo occidental y de la comunidad internacional en el surgimiento de estos conflictos armados», comenta. Ahora delegaciones de bandos enfrentados en Sudán viajan a Suiza para posible negociación de paz, pero en realidad para los expertos se requiere empoderar a los actores locales y no aportar parches a este caos. Ya lo decía Camus «el hábito de la desesperación es peor que la desesperación misma».
