En los años 60 y 70, los españoles de la emergente clase media empezaron a poner sus pertenencias en un diminuto Seat 600 y a viajar con toda la familia a la playa durante un mes de “merecidas vacaciones”. Las costumbres y el reparto de las vacaciones cambian, tomarse unas semanas de descanso sigue siendo un acontecimiento anual deseado por mucha gente. Por desgracia, las estadísticas indican que un tercio de la población española no puede tomarse vacaciones.
Pero además de un derecho y un placer, ¿son necesarias las vacaciones para resetear nuestro cerebro? La evidencia científica dice que sí.
El estrés psicológico tiene efectos negativos significativos tanto en la salud mental como física. Se sabe que el estrés crónico provoca inflamación, mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares, alteraciones del sistema inmunitario y enfermedades metabólicas. El aumento de la presión arterial y los niveles de cortisol que produce el estrés están asociados a la diabetes tipo 2, la obesidad y los trastornos gastrointestinales.
En términos de salud mental, el estrés crónico puede llevar a trastornos como ansiedad, depresión y problemas de sueño. Además, el estrés prolongado puede alterar la función cerebral, afectando áreas responsables de la memoria y la toma de decisiones, lo que puede llevar a un deterioro cognitivo a largo plazo y mayor riesgo de enfermedades como el alzhéimer.
El estrés no es necesariamente malo de por sí, es un mecanismo de defensa evolutiva que nos puede salvar la vida en una situación de peligro, pero la incapacidad de regularlo sí tiene consecuencias muy negativas. La acumulación de trabajo sin interrupciones disminuye la capacidad de manejar el estrés, lo que afecta negativamente tanto la salud mental como física. Se sabe que la falta de descanso adecuado está asociada con niveles elevados de estrés, agotamiento emocional y síndrome del trabajador quemado (burnout), además de un mayor riesgo de depresión y ansiedad. Al contrario, tomar vacaciones puede proteger contra estos trastornos.
La acumulación de trabajo sin interrupciones disminuye la capacidad de manejar el estrés, lo que afecta negativamente tanto la salud mental como física
Las vacaciones son una oportunidad para reducir el estrés crónico y compensar el estrés cotidiano, lo que se ha visto que puede ayudar en la protección contra los infartos o la diabetes, que se encuentran entre las principales causas de muerte en las sociedades modernas. Ya en los años 90 se hizo un seguimiento de trabajadores durante 20 años y se concluyó que las mujeres que tomaban vacaciones solo una vez cada seis años tenían el doble de probabilidades de sufrir un infarto u otro accidente cardiovascular, comparadas con las que se iban de vacaciones una o dos veces al año.
Los Estados Unidos son un laboratorio natural para estudiar los efectos sobre la salud de las vacaciones, por la cultura del trabajo de ese país. Las vacaciones pagadas no están reguladas, muy pocas personas las toman y, de media, no llegan a los 11 días de descanso pagados al año. Esto hace que se puedan ver diferencias muy marcadas con las personas que sí las toman. En un estudio clásico que se realizó a lo largo de nueve años se comprobó que los hombres de mediana edad que tomaban vacaciones tenían menos accidentes cardiovasculares y menos mortalidad por cualquier causa. La conclusión del estudio fue que “las vacaciones son buenas para la salud”. Otros estudios han encontrado que quienes van de vacaciones tienen menos dolencias físicas, como dolores de cabeza y de espalda.
Aunque las vacaciones tienen efectos positivos generalizados sobre la salud, los efectos sobre el cerebro son más notables aún. Por ejemplo, un estudio reciente descubrió que las vacaciones pueden reducir la hostilidad, las emociones negativas y el estrés, pero estos efectos beneficiosos solo fueron detectados en personas con estrés laboral bajo. Cuando las personas estudiadas tenían mucho estrés en el trabajo, se lo 'llevaban en la maleta' durante las vacaciones.
Podemos pensar que unas vacaciones cortas mejoran la salud y el bienestar, aunque distintos estudios indican que estos beneficios tienden a desaparecer rápidamente tras la vuelta al trabajo. Sin embargo, un experimento en Alemania indicaba que podían prolongarse más allá de las propias vacaciones. Según este, la reducción del estrés percibido, la recuperación y la sensación de bienestar se podían medir hasta 45 días después de las vacaciones.
Los mismos investigadores también descubrieron que unas vacaciones de una semana con ejercicio regular mejoraban la sensación de bienestar, la calidad del sueño y la variabilidad de la frecuencia cardiaca, una medida de la capacidad para responder adecuadamente al estrés. En otro experimento observaron que un retiro de tratamientos de salud y bienestar de una semana de duración produjo mejoras sustanciales en múltiples dimensiones de la salud y el bienestar mental, que se mantuvieron durante las seis semanas posteriores.
Un estudio reciente descubrió que las vacaciones pueden reducir la hostilidad, las emociones negativas y el estrés, pero estos efectos beneficiosos solo fueron detectados en personas con estrés laboral bajo. Cuando las personas estudiadas tenían mucho estrés en el trabajo, se lo 'llevaban en la maleta
Una prueba de que las vacaciones son beneficiosas para la salud del cerebro es que cuando los empleados las toman, aumenta la productividad en las empresas. Este aumento en la productividad es un efecto conocido al reducir la jornada laboral y los días de trabajo a la semana. Pero también se ha medido en estudios con empresas el efecto de las vacaciones, para comprobar que el rendimiento de los empleados aumenta y las bajas se reducen, con el resultado final de que la productividad total aumenta al cabo del año.
El impacto positivo de las vacaciones en la salud mental también se ha estudiado profusamente. Tener vacaciones pagadas se asocia a un menor riesgo de depresión, sobre todo en las mujeres. Por otra parte, se ha comprobado también que los viajes de ocio están relacionados con la reducción de la soledad, la depresión y la mejora de la función cognitiva en las personas mayores.
Los beneficios no solo se refieren al bienestar mental. Las vacaciones también pueden mejorar nuestras capacidades, como la creatividad y la resolución de problemas. Un estudio de la Universidad de California encontró que las personas que trabajaban en oficinas y tomaban vacaciones tendían a ser más creativas y a encontrar soluciones innovadoras a los problemas. Esto ocurre porque el cerebro, al estar en un entorno relajado y libre de presión, puede reorganizar sus conexiones neuronales y explorar nuevas ideas, que luego se pueden aplicar para mejorar los procesos.
¿Cómo tienen que ser las vacaciones para que nos ayuden a resetear el cerebro? Por supuesto, esto también se ha estudiado. Estas son las actividades para las vacaciones que se asocian a mejores beneficios para la salud mental:
En cualquier caso, para poder aprovechar todos estos beneficios, lo más importante es tratar de dejarse el trabajo y el estrés olvidados en casa.
Darío Pescador es editor y director de la revista Quo y autor del libro Tu mejor yo publicado por Oberon.