Ya se sabía antes de tomar la salida, pero los Pirineos son la constatación más clara de que, ahora mismo, hay dos ciclistas que están un mundo por encima del resto. Tadej Pogacar y Jonas Vingegaard son los dos mejores ciclistas de tres semanas del mundo. Los dos se retroalimentan y se hacen mejores hasta un punto en que, de no estar uno de ellos, el otro tendría ya el Tour en el bolsillo desde hace días.
El cierre de esta segunda semana en Plateau de Beille ha dejado un auténtico etapón de ciclismo, para desgracia de Enric Mas y el equipo Movistar, que hicieron todo lo que tenían que hacer para llevarse la etapa pero se encontraron con los extraterrestres.
Vingegaard ha dado una clase magistral de cómo se pierde un Tour. Se pone al equipo a trabajar desde el inicio en una etapa de casi 200 kilómetros, sin dejar a los escapados -un grupo de 17 corredores de muchísimo nivel con dos ganadores de Giro como Hindley y Carapaz- coger más de tres minutos. Después, se utiliza al último gregario disponible para dejar el grupo de favoritos en los huesos. Y, por último, se ataca a 11 kilómetros de la línea de meta, con media hora de subida aún por delanate.
Y si luego resulta que el rival te gana, como ha sido el caso, pues se le felicita. Porque Pogacar ha dado otro paso más, y no pequeño, para hacerse con su tercer Tour de Francia y lograr ese doblete histórico que anhela. Y cómo no será la diferencia, que el tercero de la etapa, Remco Evenepoel, ha entrado a casi tres minutos de Pogacar. Y eso le ha valido para asegurar el podio, ya que Carlos Rodríguez se ha dejado casi cinco minutos en meta, por lo que salvo hundimiento el "cajón" parece bastante cerrado.
En esa fuga de 17 había hasta tres corredores de un Movistar Team que se ha manejado muy bien en una etapa realmente complicada. Enric Mas, Javi Romo y Alex Aranburu han entrado en ese corte donde también estaban Hindley, Carapaz, Ben Healy o Simon Yates, entre otros.
Enric ha mostrado una versión que, si no es la mejor que se le ha visto en bastante tiempo, estará muy cerca. Llegó hasta las rampas de Plateau de Beille y fue, junto con Richard Carapaz, el último en aguantar frente al empuje de los dos "marcianos".
Probablemente, una escapada de este calibre se habría jugado la victoria en cualquier otro Tour. Pero esta no es una carrera normal, ni los contendientes son normales. Estamos ante dos campeones de época, cuyos duelos se van a recordar durante varias generaciones.
