Cuántas veces aplazamos la felicidad y dejamos de disfrutar el día a día bajo el pretexto «no tengo tiempo ni para respirar», o «tengo demasiado trabajo». Como si la vida pudiera tener aplazamientos, dejamos pasar día tras día sin exprimir la oportunidad de vivirla bajo el abrigo de la serenidad. Esa preciada sensación de bienestar interno que nos habla de que nos encontramos en paz. Casi siempre pensamos que la felicidad es cuestión de tiempo, de estar relajados sin exigencias o tener una vida sin problemas, pero la realidad nos ofrece una visión distinta. Las dificultades existen y las circunstancias cambiantes del día a día nos llevan de un lado al otro del continuo entre la felicidad y el sufrimiento. Y esto en uno de los mejores casos, porque a veces, casi sin percatarnos, llega un día en el que nos paramos y observamos que llevamos demasiado tiempo instalados en el lado del sufrimiento. Instalados en el polo solitario del aislamiento en la sombra, de la autoexigencia desmesurada, de la irritabilidad a la que nos conduce el continuo de estrés en el que vivimos, por la frustración de unas expectativas no cumplidas. Buscar el equilibrio es necesario para sentirnos bien, la regulación de cada extremo nos permite algo muy importante: no perder la luz interna del bienestar. Y, aunque nos parezca complicado o lleguemos a instalarnos en el pensamiento «yo no puedo, mi vida es muy estresante como para detenerme» o «creo que el tiempo transcurre demasiado rápido y ya soy mayor para hacer un cambio», podemos entrenar la mente para que salga del torbellino que la atrapa y pueda anclarse a un estado de serenidad. Es verdad que en el día a día devienen estados muy complejos, pero también se suceden aquellas pausas entre olas en las que podemos entrenar para ser un gran surfista. Ya sabes, no podrás detener las olas pero sí manejarlas de la mejor manera, no podrás evitar tus problemas o que las expectativas no se cumplan pero sí podrás trabajar para aceptar, resolver, ser proactivo y volver a guiar tu vida junto a las circunstancias. En la consulta, escucho muchas veces los argumentos que devienen en un primer momento a la mente cuando hablamos de esto: «yo no tengo tiempo para entrenar la mente», «meditar y relajarme es algo que no está hecho para mí». Es normal que uno piense que es algo raro, pero es cierto que solo es cuestión de entrenar, practicar y aprender sobre el funcionamiento de la mente. Mirar hacia otro lado, esgrimir argumentos o excusas para salir por la tangente es como saber que tienes el colesterol alto pero que no harás nada por cuidar de tu alimentación. Si deseas una vida con calma mental , aprender a regular tu estrés y llegar a la plenitud de la serenidad tendrás que cuidar tu mente porque seguir acumulando exigencias, añadir tareas, y aumentar la velocidad de tus pensamientos, no te ayudará. Aprender a vivir el presente desde un modo más integrado y sabio requiere de una atención plena en la que añadirte a la ecuación de la vida. Una atención que cultiva calma mental, ese estado interno que te conecta con la reflexión, la planificación o la resolución eficaz de problemas. Solo su lucidez será la mejor guía para iluminar tus decisiones. Y esta semana, te invito a entrenar la serenidad con esta meditación guiada de 7 minutos que te comparto en el enlace. Y si quieres, podremos encontrarnos cada domingo en este blog, donde te compartiré una nueva meditación para que sigamos entrenando juntos. Ojalá la disfrutes y pueda serte de utilidad. Puedes encontrar aquí la lista completa de las meditaciones guiadas por Belén Colomina. Y también puedes saber más sobre ella en su instagram: @belencolomina . También puedes saber más sobre su trabajo en torno a los beneficios de la meditación en su libro 'El poder sanador del silencio' (Grijalbo).
