Este pequeño pueblo pesquero en la costa norte de Sudamérica es famoso por tener la ola más larga del mundo, con ondas que se extienden hasta 2,2 kilómetros.
Las olas interminables y perfectas son el sueño de cualquier surfista, y en un rincón de Sudamérica estas se encuentran gracias la mezcla de condiciones meteorológicas y una geografía excepcional. Este lugar, que ha capturado la atención de organizaciones internacionales como la NASA, se ha convertido en uno de los mejores escenarios para practicar del surf debido a la longitud y la consistencia de sus olas.
En esta región, los oleajes generados por tormentas a miles de kilómetros de distancia en el océano Pacífico llegan a la costa en un desfile ordenado de olas que pueden ser surfeadas durante minutos, no segundos. Este fenómeno, además de atraer a los surfistas nacionales e internaciones, también representa un tesoro natural que ha recibido protección gubernamental para preservar su estado original.
Chicama, un pequeño pueblo pesquero en la costa norte de Perú, es famoso por tener la ola más larga del mundo. Este paraíso surfero, ubicado en la provincia de Ascope, en la región de La Libertad, ofrece olas que se extienden hasta 2,2 kilómetros, una característica que no se encuentra en ningún otro lugar del planeta.
Las olas de Chicama, conocidas mundialmente por su longitud y calidad, son el resultado de un viaje épico que comienza en lejanas tormentas del Pacífico, e incluso del Antártico. Según Andrew Thomas, oceanógrafo y exsurfista de la Universidad de Maine, estas olas se forman a cientos o miles de kilómetros de la costa peruana y viajan juntas como un ejército gigante.
¿Qué hace que Chicama sea tan especial? La geografía única de Perú, con su costa profunda, actúa como un embudo natural que permite que estos oleajes gigantes lleguen intactos hasta la orilla, conservando su fuerza y tamaño para el deleite de los surfistas.
Perú no solo se destaca por su ola más larga del mundo en Chicama, sino también por ser uno de los mejores destinos para el surf. Puerto Malabrigo, conocido localmente como Chicama, ha sido calificado como uno de los diez mejores lugares del mundo para surfear por fuentes como Lonely Planet y la NASA.
La ola en Chicama tiene cinco secciones principales: El Cabo, Malpaso, Llaves, El Point y El Hombre. Estas secciones permiten a los surfistas recorrer largas distancias en una sola ola, disfrutando de una experiencia incomparable. Las olas son más consistentes entre marzo y noviembre, cuando las condiciones meteorológicas son ideales para el surf.
El gobierno peruano ha reconocido la importancia de este recurso natural y en 2013 otorgó protección a la zona para evitar desarrollos que puedan dañar las olas. Chicama fue la primera ola en ser incluida en el Registro de Olas Protegidas, y desde entonces, otras olas en Perú han sido añadidas a esta lista.
Más allá de ser un paraíso para los surfistas, Chicama guarda un tesoro cultural invaluable. La región fue hogar de la cultura Moche, que floreció entre los siglos II y VII d.C., y hoy en día puede disfrutarse a través de la Ruta Moche.
Este recorrido turístico invita a adentrarse en la historia antigua de Perú, visitando sitios arqueológicos como la majestuosa ciudad de Chan Chan, el fértil Valle de Chicama y el revelador museo Cao.
