La oncología en los últimos años ha experimentado avances muy significativos con el desarrollo de nuevas terapias y tratamientos más efectivos, logrando mejorar las tasas de supervivencia y la calidad de vida de los pacientes diagnosticados.
El cáncer tiene un impacto significativo y multidimensional; puede afectar a la calidad de vida de un paciente a causa de los síntomas propios del tumor, los efectos secundarios de los diferentes tratamientos, el estrés emocional y problemas psicosociales. Estos últimos afectando también a familiares, cuidadores y a su entorno.
Estamos habituados a escuchar hablar de prevención, diagnóstico precoz, tratamiento, seguimiento… pero hay un aspecto que tiene que ver con los daños colaterales del cáncer y su tratamiento del que se habla poco: los cambios que sufre la piel.
Para saber cuáles son las medidas a adoptar cuando debemos cuidar nuestra piel sometida a quimio, radioterapia o cualquiera de los procedimientos necesarios, agresivos siempre, la farmacéutica Accord Healthcare nos ofrece algunas recomendaciones en su Guía del cuidado de la piel en tratamientos oncológicos. Para ello ha contado con el asesoramiento de la doctora Marian Estornell, especialista en Oncología Radioterápica, y Pilar Lacosta, experta en Estética Oncológica.
“Durante un proceso oncológico es importante que el paciente disponga de asesoramiento, apoyo y recursos que le aporten la mayor información posible respecto al tratamiento, sus efectos y los cuidados recomendables para llevar un estilo de vida saludable. Por eso, en esta guía hemos querido reflejar la importancia de seguir unos cuidados adecuados para que el paciente vea afectada lo menos posible su calidad de vida”, comienza explicando la doctora Estornell.
Los tratamientos oncológicos producen cambios en la piel, alterando su estado natural, así como la función barrera. En el caso de la quimioterapia, estas alteraciones dependerán de distintos factores, como el propio tipo de quimioterapia y la dosis administrada.
A menudo, los pacientes oncológicos sometidos a tratamiento sienten su piel más seca, descamada, sensible e irritada, con picor. La textura y el color también cambian, y pueden aparecer estrías. Las uñas también muestras los estragos de la quimioterapia, volviéndose frágiles y rugosas, agrietadas, y en el peor de los casos, despegándose.
Si además la expone al sol, la piel del paciente oncológico puede presentar erupciones, enrojecimiento y dolor, al tiempo que se inflama y podría aparecer una sensación de ardor muy desagradable.
Con el objetivo de afrontar las potenciales alteraciones posteriores, antes de comenzar el tratamiento el objetivo debe ser fortalecer la piel. Las claves son dos: hidratar y nutrir.
Para rebajar la toxicidad del tratamiento, también habrá que cuidar la piel y, una vez haya terminado, la idea es centrarse en restaurar la piel y recuperar su función barrera con cosméticos ricos en ingredientes emolientes, cicatrizantes e hidratantes.
La rutina básica debe incluir limpieza, hidratación y fotoprotección. Según explican los expertos de la guía, «no importa que no te maquilles, limpia tu piel cada día cuando te levantes y antes de acostarte. El sudor, la polución, las células muertas y las bacterias ensucian los poros; es recomendable limpiar la piel con jabones de pH neutro, evitando alterar la barrera protectora. Limpia con agua tibia mediante movimientos circulares sin frotar».
Puesto que la sequedad de la piel es uno de los efectos secundarios más frecuentes, conviene tener siempre a mano productos hidratantes humectantes, reparadores del manto lipídico. No hay que olvidar hidratar también la piel de los labios, muy afectados.
En cuanto a la fotoprotección, siempre aplicarla después de la hidratante, con amplio espectro y SPF 50+ y en todas las partes del cuerpo que se expongan al sol, incluidas las orejas.
Es importante tener presente la composición de los cosméticos que se utilizan durante el tratamiento, que deben tener unas características especiales.
En primer lugar, los productos deben estar testados dermatológicamente y formulados para pieles hipersensibilizadas. Después, los expertos recomiendan que se elijan principios activos como el bisabolol, la vitamina E, el ácido hialurónico, la centella asiática, la caléndula o la manteca de karité.
Las cremas deberían tener el mínimo potencial alergénico, estar libres de alérgenos, perfumes, conservantes, colorantes y determinados filtros solares. Los alcoholes de cadena corta también deben evitarse. En cuanto a los limpiadores, que no sean jabonosos, y las emulsiones y lociones micelares deben respetar la barrera cutánea de la piel.
Para finalizar, desde la Guía para el cuidado de la piel en el paciente oncológico se recomienda extremar el cuidado y la higiene bucal durante los tratamientos de radio y quimioterapia, con el uso de enjuague bucal específico para mucosas sensibilizadas. Y, por supuesto, dejarse aconsejar por el equipo de profesionales especializados en oncología.
