La cuarta jornada de Mad Cool recuperaba el pulso de la multitud con ganas de poner el broche a una edición en la que las cosas han mejorado indiscutiblemente. En la sesión postrera, quedaba una memorable actuación de The Killer, un grupo que ya arrasó en 2022 y que volvía para consolidar un estatus entre los grandes. Y así lo confirmó la banda de Las Vegas en el escenario madrileño.
"¿Qué pasa, Madrid? Mi nombre es Brandon Flowers, seré vuestro anfitrión esta noche. Si os puedo ayudar, sentíos libres de preguntar", dijo exquisitamente servicial Brandon, con la confianza de saberse, en el fondo, quien llevaba las riendas de lo que iba a suceder. Vestido con un traje de chaqueta con solapa ancha, como de coctail, blanco y negro, tupé perfecto, sonrisa profidén, Brandon Flowers estaba en vena. Pero no vayamos a juzgar prematuramente, por un atuendo o una apariencia, a una banda que se ha ganado estar donde está. Un grupo, el del guapo carismático y mormón (razones suficientes para despertar animadversión) Brandon Flowers, que ha facturado una serie de temas de efecto instantáneo, de coros hacia el cielo, de justa dulzura y taninos equilibrados.
En su concierto madrileño no faltó ninguno de sus grandes temas, como "Somebody told me", ni, por supuesto, "The Man" o "Mr. Brightside". Pero, durante el show en Madrid, Flowers tuvo una valentía, aunque todo fuera un truco calculado: sacar al escenario a un muchacho con un cartel, que, entre la multitud, anunciaba que sabía tocar la batería. Flowers aceptó el envite y felicitó el cumpleaños a Guadalupe, siguiendo otra de las demandas en din A3. El truco, evidentemente preparado, no deslució el efecto: Daniel, así era su nombre, salió con arrestos a tocar la batería ante miles de personas y lo hizo estupendamente. Se clavó un par de redobles, un selfie al terminar, y regresó, por el foso, con sus amigos. Chapeau.