"He pasado horas, días, intentando mejorar sobre hierba. Todo el mundo pudo ver que no jugué bien en Queen’s y decidí quedarme en Londres porque necesitaba seguir entrenando sobre hierba para sentirme tan cómodo como pudiera. Es complicado pasar de la tierra batida a la hierba", confiesa Carlos Alcaraz, que hoy buscará su segundo título en Wimbledon ante el mismo rival que el año pasado, ante la leyenda Novak Djokovic.
Está siendo la cuarta participación de Alcaraz en el Grand Slam londinense, después de su primera experiencia en el júnior, en 2019. En aquella ocasión no había jugado sobre pasto porque no tenía pistas donde hacerlo. En Murcia no había y en Villena, en la JC Ferrero Academy, hay una de césped artificial, pero no es lo mismo. Con los "pequeños", llegó a cuartos y perdió con el estadounidense Martin Damm, que ahora es el 177 del mundo. En ese torneo participaron tenistas que sí están ya en la élite como Rune, Lehecka, Arnaldi o Nakashima, aunque ninguno de ellos fue el campeón. "Al ser Wimbledon júnior las acreditaciones eran muy limitadas. Yo tuve que quedarme en el piso de la hermana de un amigo y dormí en el suelo del salón. Fue duro en cuanto a comodidades, pero fue maravilloso en cuanto a la experiencia", recuerda Juanjo López, el médico de Carlos. La vida le ha cambiado mucho en estos cinco años. Ahora aquel chico de El Palmar es un referente de su deporte, un icono además de campeón, y tiene una casa alquilada muy cerca del club donde convive estos días con todo su equipo: comen, cenan, charlan y ven los partidos de España en la Eurocopa, cuando no han coincidido con los suyos.
En ese Wimbledon júnior, además, Alcaraz conoció a Roger Federer, que estuvo entrenando con Juan Carlos Ferrero, su técnico, y después también lo hizo un rato con él. A Carlos le quedó esa espina en su carrera: la de no poder enfrentarse al suizo en partido oficial. Federer ha estado estos días en Wimbledon y dio la bendición al joven tenista español: "Es increíble", dijo sobre lo que está haciendo y sobre la final del año pasado en la hierba londinense. "He jugado con Djokovic aquí y sé lo difícil que es ganarle", añadió el helvético. En concreto, Roger le venció en una semifinal en 2012, pero después perdió tres finales (2014, 2015 y la dolorosa de 2019, en la que desperdició dos puntos de partido).
"Ojalá Novak pueda seguir aplastando todos los récords", ha dicho también Roger recientemente en el podcast, "What Now?", ya más relajado y relativizando un poco más el deporte. Una de las plusmarcas que todavía tiene Federer está ahora, en parte, en manos de Alcaraz. "Soy consciente de que yo tengo siete Wimbledon y Roger ocho. La historia está en juego y eso es una motivación y también una presión extra", dice el serbio, insaciable en su pelea por ser el mejor, y que ha ido superando los registros de Nadal y Federer. Es el tiene más Masters 1.000 (40), más Copas de Maestros (7), más Grand Slams (24) y el que más semanas ha estado en el número uno del mundo (428).
El triunfo de Alcaraz en la final del año pasado tiene mucho de extraordinario: que lo lograra con 20 años, para empezar; y, sobre todo, contra quién, pues Nole no caía en esas pistas desde 2017. En 19 participaciones en la Catedral, el serbio ha llegado diez veces a la final, incluida esta. De las nueve anteriores, ganó siete y perdió dos (la de Carlos y contra Murray en 2013).
Sí hay un tenista que le ha conseguido vencer dos veces ahí: el checo Tomas Berdych, que lo hizo en las semifinales de 2010 y en los cuartos de 2017, por retirada de Novak, que después de eso encadenó cuatro coronas seguidas. El resto se jugadores que ha podido con Djokovic en el All England Club son: Grosjean en tercera ronda en 2005, cuando el serbio venía de la previa; Mario Ancic en octavos en 2006; Nadal en las semifinales de 2007, pero después el balear no pudo repetir ni en la final de 2011 ni en las semis de 2018. Safin en segunda ronda de 2008. Tommy Haas en cuartos de 2009, para perder la siguiente vez en 2013; Federer en las semifinales de 2012, para caer en las tres finales citadas antes; Murray en la final de 2013, Sam Querrey en tercera ronda en 2016 y Alcaraz en la final de 2023.
Estas cifras explican la complicación del duelo de esta tarde para el español, aunque en esta ocasión la situación es distinta a la de 2023, donde el serbio era muy favorito, más todavía teniendo en cuenta que habían jugado semanas antes las semifinales de Roland Garros y el español acabó con calambres de la tensión y pudo terminar por honor, pero sin ser competitivo (perdió, claro). Ahora Carlos sabe que ya lo ha logrado una vez, lo que, por otro lado, es una motivación extra para su rival. Además, Nole viene de una temporada complicada, sin títulos: esta será su primera final. Aparte, su operación en el menisco de la rodilla derecha el 5 de junio. Era casi imposible que llegara a Wimbledon, y lo hizo. Empezó con dudas, pero el paso de los partidos le ha ido fortaleciendo y ya está a pleno rendimiento. "Hay que acogerse a la realidad y la realidad es que ha salido de la operación y ha salido muy rápido y muy bien. Ha conseguido otra vez jugar a un buen nivel y sobre todo lo más importante para él es estar a un nivel bastante óptimo físico. Se está moviendo bien, le estamos viendo deslizar, no le estoy viendo problemas a la hora de moverse o gestos que digas que todavía no está al cien por cien", opinó Juan Carlos Ferrero.
"Con lo de la rodilla, quizás me vean más favorito, pero si está en la final es porque está a un nivel muy alto. No veo favoritos, es ver quién puede jugar mejor ese partido", opinó Carlos. "Él ha estado en muchas finales y está más preparado que yo, pero creo en mí mismo y en el nivel que estoy jugando, y creo que voy a ganar. Ya sé lo que es estar en esta posición y sé cómo tengo que lidiar con todo lo que va a pasar", añadió el español. Será la cuarta final de Grand Slam de Alcaraz. En las tres anteriores ha terminado levantando los brazos.