La relación entre la genética y la aparición de problemas gastrointestinales como el colon irritable es cada vez más evidente, especialmente en lo que respecta a la digestión de carbohidratos.
Investigaciones recientes sugieren que la herencia familiar desempeña un papel importante en la eficiencia de las enzimas digestivas, lo que puede desencadenar los síntomas de esta afección y múltiples consecuencias indeseadas.
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Existe una conexión significativa entre la genética y el funcionamiento de las enzimas que descomponen los carbohidratos, lo que podría influir en el desarrollo de un colon irritable, según un estudio del CIC-bioGUNE publicado en la revista Gut.
El equipo liderado por Mauro D'Amato, investigador de Ikerbasque, encontró que los genes juegan un papel crucial en la actividad de enzimas como la sacarasa-isomaltasa, esenciales para la digestión de la glucosa.
De acuerdo al especialista, las enzimas defectuosas pueden provocar la acumulación de azúcares y almidones en el intestino, que luego son fermentados por la microbiota intestinal.
Este proceso genera síntomas comunes del colon irritable como:
Gases.
Dolor abdominal.
Diarrea.
Este descubrimiento abre la puerta a tratamientos alimenticios personalizados para los pacientes con colon irritable, basados en su perfil genético.
Esta condición digestiva, conocida como síndrome del intestino irritable y comúnmente llamada colon irritable, pertenece al grupo de trastornos funcionales digestivos.
Según el portal Cuidate Plus, esta patología se caracteriza por presentar dolor abdominal recurrente, acompañado de períodos de síntomas alternados con fases asintomáticas.
Este dolor suele asociarse con cambios en el ritmo intestinal, que incluyen episodios de diarrea, estreñimiento o una combinación de ambos, además de hinchazón y distensión abdominal.
Esta afección impacta aproximadamente a 1 de cada 10 personas, con una mayor prevalencia en mujeres jóvenes. La mayoría de los casos se presentan antes de los 35 años, y su incidencia disminuye significativamente a partir de los 60 años.
Existe la posibilidad de prevenir la aparición de un colon irritable a través de una alimentación adecuada y ciertos hábitos de vida. Cuidate Plus especifica que es fundamental seguir una dieta baja en grasas y rica en proteínas y fibras, como la dieta mediterránea.
Además, hay alimentos que pueden aumentar la producción de gases, como:
Legumbres.
Frutos secos.
Bebidas alcohólicas.
Para minimizar los síntomas del colon irritable, se recomienda:
Evitar el alcohol, el tabaco y los fritos: estos pueden agravar los problemas digestivos.
Comidas moderadas y regulares: realizar 4-5 comidas diarias de poca cantidad ayuda a mantener una digestión saludable.
Mantener una dieta personalizada: adaptar la dieta a las necesidades individuales, considerando restricciones como la lactosa, fructosa y gluten.
Consumir suficiente agua: beber entre 1,5 y 2 litros de agua al día ayuda a prevenir el estreñimiento y facilita el tránsito intestinal.
Evitar alimentos que producen gases: las bebidas gaseosas y los productos ricos en fructosa pueden aumentar la distensión abdominal y causar diarrea.
Además de la alimentación, es esencial llevar una vida tranquila y reducir el estrés, mantener horarios regulares para las comidas y realizar ejercicio de manera regular.