Por MÓNICA PUPO
¿Qué impresión le causa la premiación de dos fotoperiodistas venezolanos en la edición 2024 del World Press Photo?
La crisis migratoria ha actuado como una incubadora para el fotoperiodismo. Esta crisis ha demostrado que la presión que rodea a Venezuela no ha quebrado a los fotoperiodistas, sino que ha forjado diamantes. La creatividad y la resiliencia de estos profesionales ha surgido como una respuesta ante la adversidad, convirtiéndolos en pilares del fotoperiodismo venezolano.
¿Cómo ha cambiado su perspectiva profesional como fotógrafo desde que trabaja fuera de su país de origen?
Siento que he experimentado una notable transformación. Ahora tengo un perfil más internacional, habiendo explorado diversas regiones, especialmente Centroamérica y el Caribe. Me siento capacitado para contar historias de una manera más global y con mayor profundidad. Además, he adquirido la madurez necesaria para planificar y ejecutar proyectos a largo plazo. En comparación con mi trabajo anterior en Venezuela, Estado de descomposición, 2019, documentar la historia migrante en México presentó desafíos logísticos significativos. Esto implicó viajar a zonas peligrosas como Juárez y enfrentar dificultades para encontrar transporte y colaboradores.
¿Qué desafíos enfrentó como migrante durante estos trayectos? Me interesa conocer más sobre su experiencia personal. ¿En algún momento se sintió en peligro?
Principalmente, enfrenté dudas en cuanto a si valía la pena seguir contando esta historia. En varias ocasiones me pregunté si ya estaba explorando territorio conocido y qué aspecto nuevo podría aportar. Hubo momentos en los que consideré abandonar el proyecto por completo. Reconocer cuándo no estás logrando transmitir tu mensaje de manera efectiva puede ser desafiante y me llevó a cuestionar mi propia capacidad de narración y la novedad de mi enfoque. En cuanto al riesgo físico, no experimenté situaciones peligrosas. En términos de interacciones con autoridades migratorias, sí afronté algunas dificultades. Como inmigrante con permiso de trabajo, a menudo sentí que mi acento era motivo de intimidación por parte de ciertos agentes. Sin embargo, gracias a mi experiencia previa en Venezuela, aprendí a lidiar con situaciones de este tipo y a mantenerme firme frente a la autoridad.
¿De qué manera influyó en usted, a nivel personal, el proceso de escuchar y documentar testimonios sobre la migración?
A pesar de haber tenido que dejar mi país, me sentía más agradecido por lo que había logrado hasta ese momento. No solo en mi carrera, sino también en mi vida personal. Entendí que compartía el sentimiento de melancolía, dolor y destierro con quienes conocí. Había una especie de consuelo en esas conversaciones, tanto para ellos como para mí. Verlos y ser visto por ellos generaba una conexión especial, una sensación de «si este tipo lo logró, tal vez yo también pueda». Fue una retroalimentación emocional reconfortante.
¿Cómo cree que su enfoque fotográfico se diferencia del de otros fotógrafos que documentan la migración?
Primero que nada, me diferencia el hecho de que consumo mucha televisión, películas y series, además de que siempre tengo la parte visual activa en mi cabeza. Para mí, estas referencias visuales se transforman en fotografías. Me encuentro constantemente relacionando lo que veo con lo que he visto en películas o leído en libros, lo que contribuye a crear un lenguaje visual cinematográfico en mi trabajo. Cuando estructuro un proyecto, me baso en principios narrativos similares a los de una película: establecer el arco narrativo, identificar los actos y determinar el clímax y la conclusión.
El aspecto visual es fundamental; cada imagen debe ser excelente visualmente, sin fallas. Además, considero crucial la conexión humana y ética con los sujetos fotografiados. Me preocupa qué tan cerca estoy de ellos y si se sienten cómodos con mi presencia. La elección del equipo fotográfico también influye en la cercanía percibida; prefiero trabajar con lentes que permitan una interacción más íntima. En mi enfoque, la fotografía viene después de establecer una conexión personal con los sujetos. Prefiero iniciar una conversación y escuchar sus historias antes de sacar la cámara.
Desde su estilo fotográfico en blanco y negro, ¿considera que, si hubiera presentado este trabajo en color, habría tenido la misma posibilidad de ganar el premio?
Tal vez sí, pero no como proyecto del año. Creo que el blanco y negro le añade una cinematografía y una atemporalidad al proyecto. En un momento en el que consumimos todo a color y saturado, el blanco y negro destaca por su capacidad de transmitir un mensaje más allá del color. Durante seis años de trabajo, utilicé al menos cinco cámaras diferentes, lo que hizo que emparejar las imágenes en color fuera complicado debido a las variaciones en los tonos y la calidad de imagen de cada cámara. Además, considero que el blanco y negro elimina la distracción del color y permite centrarse en el mensaje y la composición de la fotografía.
¿Cuál de todas estas imágenes fue más desafiante o emotiva en el momento de capturarla y por qué?
Hay dos para mí que fueron determinantes. La primera, la imagen que abre el proyecto, la del migrante sobre el tren a punto de pisar el siguiente vagón. Cuando la capturé, me debatía si usarla para abrir o cerrar el proyecto. Decidí que fuera la primera porque evoca una multitud de preguntas sin respuestas claras. ¿Quién es este migrante? ¿De dónde viene? ¿Hacia dónde se dirige? La incertidumbre y la determinación que transmite este individuo, envuelto en una manta y enfrentando el viento y el sol, lo convierte en una suerte de superhéroe para mí. Espero que algún día la foto se vuelva lo suficientemente famosa como para saber qué pasó con este hombre.
La otra imagen que destaco es la de un cruce masivo del río, hay un hombre cargando a una niña. Recuerdo haber conversado con esta persona y, al ver la secuencia de imágenes, reconocí a Hebert Sosa, me había compartido su número de teléfono. Hablé con él para saber si había logrado cruzar, pero me contó que lo habían devuelto a Honduras. Fue una experiencia catártica estar con tanta gente en el río, fotografiando desde adentro del agua mientras las lentes se empañaron. Estos dos momentos, desde la distancia y la majestuosidad del mundo, me recordaron la complejidad y la humanidad detrás de cada historia en la frontera.
La última imagen de su serie proyecta una resonancia poderosa y evocadora del “sueño americano”. ¿Cómo cree que encapsula la esencia de su proyecto?
La última foto que cierra el proyecto marca un cambio significativo. La convocatoria para el premio cerraba a medianoche, y me encontraba trabajando en ello a las 10:30 pm. Cuando revisé la composición final, noté que originalmente la imagen finalizaba con la bandera de Venezuela, pero decidí cambiarla. Este hombre representa el sueño americano. Al principio sentí que cerrar con esa imagen era demasiado cliché, pero no. Sigue siendo una realidad vigente y un objetivo final para muchos. Si observas el proyecto en su conjunto, comienzan muy luminosas y terminan en tonos más oscuros. Quería reflejar visualmente este cambio hacia una atmósfera más sombría al final del proyecto.
¿Por qué eligió el título The Two Walls?
El título fue elegido en el momento mismo en que nació el proyecto. Me gusta establecerlo desde el principio y luego construir el proyecto en torno a él. En este caso, el título refleja la idea de dos barreras distintas pero interconectadas: el famoso muro en la frontera de Estados Unidos, y el muro representado por la frontera mexicana o lo que simboliza México. Estos muros pueden ser físicos, administrativos o incluso psicológicos. Por lo tanto, el título The Two Walls encapsula la noción de múltiples barreras y su significado en el contexto de la migración.
¿Qué impacto espera que tenga su trabajo en la conciencia pública y cómo cree que este reconocimiento afectará la percepción de Venezuela en el ámbito internacional?
Espero que mi trabajo ayude a sensibilizar a las personas sobre la migración y sus causas profundas. La migración no es una elección fácil; más bien, es una respuesta a circunstancias extremas en los países de origen. Considero que un indicador importante del colapso de un país es cuando se convierte en un exportador masivo de migrantes. Deseo que las personas, al ver mis fotografías, sientan empatía y comprendan las motivaciones detrás de este fenómeno. Construir puentes de entendimiento es fundamental para abordar este desafío global. El reconocimiento de la realidad venezolana es crucial para superar el clasismo interno y promover una comprensión más amplia de la migración. A pesar de nuestras diferencias internas, todos compartimos el deseo de una vida digna. La migración no es una elección frívola, sino una decisión tomada por necesidad.
¿Qué consejo da a las nuevas generaciones de fotoperiodistas, o incluso a aquellos con más experiencia, que están trabajando en un proyecto y desean participar en el concurso World Press Photo pero no saben cómo hacerlo?
Considero que para destacar en proyectos como estos, la calidad visual es fundamental, pero no es suficiente. Construir un proyecto desde la cercanía y ofrecer un enfoque narrativo innovador y sólido es crucial. Mi consejo incluye dos aspectos clave: primero, aprender inglés, al menos a nivel escrito, y segundo, desarrollar habilidades narrativas. Creo que esto es lo que falta en general en el fotoperiodismo venezolano: la capacidad de construir narrativas sólidas que conecten con el espectador y transmitan la historia de manera impactante desde el ángulo y la cercanía adecuados.
¿Qué significa ganar este premio?
El premio es un impulso para avanzar en la carrera profesional, proporcionando apoyo financiero y logístico esencial para continuar narrando estas historias. Simboliza la posibilidad de acceder a una mayor cantidad de recursos y, a la vez, constituye un honor. Competir con miles de fotógrafos y ser elegido entre los cuatro finalistas del año representa un reconocimiento de gran valor. Además, confirma que el mensaje que busco difundir es pertinente y alcanzará a una audiencia más extensa. Obtener un World Press Photo lejos de mi hogar, fuera de Venezuela, tiene un significado particularmente profundo para mí. Empezar de nuevo en el extranjero te lleva a replantearte aspectos de ti mismo, y una de mis mayores preocupaciones siempre fue si era igual de talentoso o buen fotógrafo en México como lo era en Venezuela.
La entrada Alejandro Cegarra: “La crisis migratoria ha actuado como una incubadora para el fotoperiodismo” se publicó primero en EL NACIONAL.