El TDAH es un trastorno del neurodesarrollo que afecta a la regulación de los impulsos, la dosificación del nivel de actividad y la capacidad para iniciar, prestar y mantener la atención en tareas que, para el individuo, no resulten estimulantes o novedosas. También son frecuentes las dificultades en la organización, la gestión del tiempo, la flexibilidad mental y la planificación; tareas de las que se encarga el lóbulo frontal, también llamadas funciones ejecutivas.
Afecta, según la OMS, a aproximadamente un 8% de la población, siendo una condición a menudo hereditaria y más diagnosticada en varones. Esto también puede ser debido a una mayor visibilidad de los síntomas en los niños, puesto que el subtipo combinado, donde es más notable la hiperactividad, se presenta más frecuentemente en ellos mientras que, el inatento, donde es más notable el déficit atencional, está más presente en las niñas.
Es importante un diagnóstico temprano llevado a cabo por profesionales, acompañado de un tratamiento de estimulación neuropsicológica, psicoterapia emocional y, en ocasiones, pauta farmacológica. No es infrecuente que personas con este trastorno que no han sido diagnosticadas y abordadas a tiempo desarrollen otras complicaciones asociadas al trastorno, como alteraciones de la personalidad o cuadros ansiosos, entre otros.
De cara a las familias, es crucial establecer rutinas claras con un seguimiento por parte de los adultos a cargo, que vayan ayudando al niño a generar adherencia, responsabilidad y estructura en su vida. También es esencial que la familia entienda el trastorno y se informe, puesto que generalmente se crean dinámicas protagonizadas por las discusiones y enfrentamientos en el hogar ya que no se diferencian las conductas propias del trastorno de otras faltas de respeto o consideración que merecerían un trato más autoritario o correctivo.
El TDAH es uno de los trastornos, si no el que más, que obliga al afectado a disculparse constantemente por los síntomas del mismo que él también padece diariamente. Por eso, una mayor visibilización, cuidando de no incurrir en el sobrediagnóstico, es fundamental para que los afectados puedan vivir sus relaciones personales sintiendo la comprensión y el afecto de quienes les rodean.