Que se estrene una misa cantada es harto infrecuente en nuestros días, cuando parece que se ha abandonado la música religiosa en el trastero del patrimonio artístico. Que se estrene en la Catedral de Sevilla , que guarda partituras imperecederas de Francisco Guerrero, es todo un hito. Y que se haga coincidir con el cuadragésimo aniversario de la ordenación sacerdotal del arzobispo titular, monseñor Saiz Meneses, motivo de doble felicitación. Así que la crónica de esta misa en el altar mayor de la Catedral, reservado a grandes solemnidades, tiene que empezar por la música, por ese introito titulado 'Duc in altum' (el lema episcopal de don José Ángel) que sorprendió a todos por la grandiosidad en la composición, algo cinematográfica...
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