En el centro de Alemania, a poco más de una hora en coche de Leipzig, Blankenhain, un pueblito de 7.000 habitantes rodeados de bosques, campos de pasto y campos de golf acoge a la selección inglesa desde que pisara Alemania hace ya un mes. Este idílico lugar para los amantes de la naturaleza y el senderismo está a solo quince kilómetros de Weimar, la ciudad donde se reunió la Asamblea Nacional para aprobar, el 31 de julio de 1919, la nueva constitución de Alemania tras su derrota en la I Guerra Mundial, periodo histórico conocido como la República de Weimar, fulminado en marzo de 1933 con la llegada de los nazis al poder. El 'Weimarer Land Spa and Golf Resort' es el lujoso alojamiento de Inglaterra. Aquí no falta nada. Pistas de pádel, campo de golf, sala de cine, sala de juegos, sauna, spa, piscina, hogueras artificiales nocturnas, un robot-camarero llamado Robbie, dos chefs con estrella Michelín en la cocina, varias suites premium, una de ellas para Southgate, y un centro de prensa ubicado en un castillo del siglo XII, a un kilómetro y medio del Resort, acomodado con futbolín, PlayStation, mesa de billar y una diana. En esa diana es dónde se celebra un torneo de dardos que el departamento de comunicación de Inglaterra lo puso en práctica desde el Mundial de Rusia, en 2018. Cada día que aparece por aquí el jugador de turno que atiende a los medios, juega una partida contra uno de los periodistas ingleses que realizan la cobertura del torneo. En este torneo, han hincado la rodilla los compañeros. 6-5, victoria para los futbolistas. Alemania 2024 ha sido una concentración bastante más privada y tranquila que la última vez que Inglaterra vino a este país a disputar un gran torneo. Entonces, en el Mundial de 2006 , donde cayó eliminada en cuartos ante Portugal, partido que se decidió en la tanda de penaltis y en el que Rooney fue expulsado en la segunda parte por clavarle los tacos en la entrepierna a Carvalho, los familiares de los jugadores fueron más protagonistas que los propios futbolistas. 18 años después los han mantenido alejados del día a día. Medida preventiva que se tomó con naturalidad y con aceptación por parte de los internacionales, que ya vinieron a Alemania con la mochila cargada de piedras por los 58 años que lleva Inglaterra sin ganar nada. De ahí que cada paso adelante en el torneo, lleno de zancadillas por parte de los medios de comunicación y los exjugadores, que han sido muy críticos con el juego de los 'three lions', y con razón, se haya celebrado a lo grande. Tras la agónica clasificación en octavos frente a Eslovaquia , partido que llevó Bellingham a la prórroga con un golazo de chilena en el 95, ya en el último minuto del tiempo añadido, los jugadores y los miembros del cuerpo técnico disfrutaron en su Resort de un concierto privado de Ed Sheeran , seguidor inquebrantable de la selección. Así se vio el pasado miércoles en uno de los palcos privados del Signal Iduna Park, donde el artista vio en directo el pase a la final de su país ataviado con la camiseta roja de entrenamiento de los 'pross', una gorra de béisbol azul y blanca, rodeado de amigos y, también, de Adele, otra acérrima seguidora de la selección inglesa. La victoria en cuartos ante Suiza en la tanda de penaltis también tuvo su 'celebración' aquí en el ' Weimarer Land Spa and Golf Resort '. En esa ocasión el invitado fue Ian Poulter, el popular golfista británico que compite junto a Jon Rahm en el circuito LIV. Fue el cicerone perfecto para el torneo entre el norte y el sur de Inglaterra en el que sorprendió el nivel de Bukayo Saka, el (sano) pique entre Bellingham y Alexander-Arnold , y el liderazgo de Kane, Rice y Ramsdale, el portero suplente de Pickford. Un buen rollo que está más latente que nunca en estos días previos a la final, en los que se ha hecho más piña que nunca tras semanas de duras críticas, pero esta vez sin festejos. Solo tienen tres días para preparar el partido de sus vidas, como ellos mismo lo han calificado. Y en eso se han centrado.