El secuestro y muerte de Publio Cordón, empresario de éxito y fundador de la aseguradora Previasa y del Grupo Hospitalario Quirón , es una herida aún abierta . Es verdad que los autores materiales, Fernando Silva Sande, José Ortín Martínez y Enrique Cuadra Echeandía; Concepción González, la terrorista que hizo las vigilancias al empresario, y los que lo mantuvieron cautivo, José Antonio Ramón Teijelo y María Victoria Gómez Méndez, cumplen condena. Pero al no haberse encontrado el cadáver la herida sigue abierta en la familia . A las 7.30 horas del 27 de junio de 1995 los grapo ya condenados Fernando Silva Sande, José Ortín Martínez y Enrique Cuadra Echeandía interceptaron al empresario, le introdujeron por la fuerza en un coche y le trasladaron a un polígono industrial. Desde allí, y a bordo de otro vehículo, fue llevado hasta Lyon, donde José Antonio Ramón Teijelo y María Victoria Gómez Méndez, que también cumplen condena, habían alquilado una vivienda en el número 5 de la Rue de la Batterie con identidad falsa y haciéndose pasar por un matrimonio de profesores españoles de francés. Publio Cordón fue introducido en un armario empotrado de la primera planta, de 1,71 metros de largo por 1,21 metros de ancho. Dieciséis días después murió , bien asesinado o al caer desde esa altura cuando intentaba huir, como sostienen los terroristas. A pesar de la muerte del empresario los grapos continuaron adelante con su plan para cobrar el rescate. El 9 de agosto Carmen Cordón, hija del secuestrado, y su marido pagaron en París 400 millones de pesetas por su liberación. Las ganas de que acabara pronto ese calvario les hizo cometer un error: no pedir una fe de vida. El 17 de agosto los terroristas se pusieron en contacto con la familia para asegurarles que habían liberado al rehén. El 3 de noviembre la Policía detuvo a 17 miembros del Grapo , tres de los cuales, Enrique Cuadra Echeandía, Concepción González y José Ortín, admitieron su participación en el secuestro. Pero insistieron en que el empresario estaba libre. Ya el 9 de noviembre de 2002 caen en París otros siete terroristas más, incluido Fernando Silva Sande. En junio de 2012, la Guardia Civil informó al juez Javier Gómez Bermúdez , por entonces titular del Juzgado de Instrucción número 3 de la Audiencia Nacional, que este sujeto había decidido colaborar a cambio de algún pequeño beneficio penitenciario. Silva Sande identificó la vivienda de Lyon en la que Publio Cordón estuvo cautivo e insistió en que había muerto al caer de un voladizo cuando intentaba huir. Añadió que él mismo lo había enterrado en el Mont Ventoux, en la región de Provenza. «Cuando me lo dijo la Guardia Civil –recuerda para ABC Javier Gómez Bermúdez– pensé que la primera parte, la de la casa de Lyon, podía ser cierta, pero tenía enormes dudas sobre su versión de cómo murió el secuestrado y, sobre todo, de dónde había sido enterrado». En todo caso, el magistrado se trasladó hasta Lyon para hablar con la dueña del inmueble. «Le mostramos álbumes de fotos de muchos miembros del Grapo. En los primeros estaban las más recientes y no identificó a nadie. Sin embargo, cuando le mostramos el álbum con las más antiguas reconoció sin dudar a José Ramón Teijelo», explica Gómez Bermúdez. Esa foto era la que figuraba en el DNI falso que el terrorista utilizó para alquilar la casa. La mujer explicó al juez que «había alquilado la vivienda de Lyon a los que dijeron ser una pareja de profesores españoles de francés que se identificaron como los señores Monforte y que un buen día la llamaron para decirle que tenían que dejar la casa porque a la mujer le acababan de diagnosticar una enfermedad». Las dudas sobre que ese inmueble era el lugar del cautiverio se disiparon cuando en el interior se encontró el armario en el que había estado encerrado Publio Cordón. La víctima había hecho un palote por cada día que pasó allí –había 16– y además anotó unos números. Pilar Muro, la viuda del empresario, reconoció sin dudar uno de ellos por su especial grafía... «La Guardia Civil –continúa el entonces juez de instrucción– estaba segura de que todo el relato de Silva Sande era cierto, puesto que si la primera parte, la de la casa de Lyon, era verdad no tenía por qué mentir en lo demás. Yo tenía muchas dudas sobre esa segunda parte, pero ante la insistencia de los investigadores autoricé la búsqueda en el Mont Ventoux ». Gómez Bermúdez explica así el por qué de sus reticencias: « No tenía lógica alguna llevarlo a ese puerto , que está a más de 400 kilómetros de Lyon. Los terroristas tenían un utilitario, sin aire acondicionado y era pleno verano, con altas temperaturas. Pudiendo enterrarlo cerca de la casa, ¿qué sentido tenía llevarlo tan lejos, en esas condiciones, con el peligro añadido de que pudieran ser sometidos a un control rutinario de carretera por parte de la Policía francesa?». Había más cosas que no cuadraban: « Publio Cordón era muy alto y el maletero del coche de los grapos muy pequeño. Era difícil meterlo allí, máxime cuando el cadáver, según Silva Sande, estuvo un par de días en la casa» y por tanto había aparecido la rigidez cadavérica. «El terrorista –continúa Gómez Bermúdez–, dijo que él mismo había cavado la tumba en el Mont Ventoux, aunque luego no sabía localizar dónde . En verano el terreno allí es muy duro y excavar con pico y pala terrible. Y esa fosa tenía que tener entre tres y cuatro metros de largo, por dos de hondo». Eso sin contar con que se trata de una zona de monte bajo y que en esa época del año hay mucho turismo y podía ser descubierto, aunque él afirmó que cavó varias noches. «Cuando la Guardia Civil llevó a Silva Sande allí empezó a titubear… Para no dejar cabos sueltos, y como él había dicho que el pico se le había roto mientras cavaba y que la parte de hierro la enterró con el cadáver, los investigadores me pidieron contratar una empresa especializada con maquinaria para detectar ese tipo de material bajo tierra… Les dije que con dinero público no se podía pagar eso, porque no había datos suficientes para justificarlo. Otra cosa es que si la familia pagaba ese gasto, yo autorizaría la búsqueda . Así fue, pero no hubo éxito, como me temía». Silva Sande es hoy algo parecido a un 'juguete roto' del terrorismo, tras largos años de condena y la aparición de problemas mentales. Cumple condena en tercer grado en Galicia, trabaja en hostelería y sólo va a dormir a prisión. Pasado un tiempo de lo del Mont Ventoux dijo que se había equivocado, que era en los Pirineos donde había enterrado al empresario… El que fuera juez de instrucción del caso lanza su teoría: «Estoy convencido de que Cordón fue asesinado, y de que no fue algo improvisado. Creo que tenían decidido matarlo y que si lo mantuvieron unos días vivo fue por si la familia les pedía una fe de vida». En cuanto a dónde se deshicieron del cadáver, considera que «lo lógico es que fuera enterrado en el jardín de la casa o en uno de los muchos pozos con agua que hay en la zona». En ese jardín no hay mobiliario fijo, salvo una mesa fuertemente anclada al terreno en donde no crece la hierba... La familia quiere excavarlo, pero sin indicios nuevos es imposible que María Tardón, la juez de la Audiencia Nacional que lleva ahora el caso, lo pueda autorizar. Que los restos están enterrados allí es una deducción, lógica pero sin valor de prueba. Los Cordón, en su desesperación, incluso intentaron comprar la vivienda. «¿Que hablen los terroristas cuando el caso haya prescrito, dentro de un año y por tanto no haya para ellos consecuencias penales? –se pregunta Gómez Bermúdez–. Es posible, pero muy difícil; están muy ideologizados. Quizá Teijelo, a cambio de algún beneficio… Pero lo dudo mucho».