Empecemos por donde hay que arrancar: situar a la autora. Tras su seudónimo se oculta Deng Xiaohua, una de las autoras representativas del movimiento experimental y de vanguardia de finales del siglo XX, así como una de las escritoras más importantes de la China contemporánea y candidata recurrente al esquivo Nobel de Literatura. Dicho esto, hay que advertir al lector que, después de leerla, notará –casi sinestésicamente– la exuberante presencia de flora y fauna en su trabajo. Campos enteros de flores luminosas crecen hasta florecer de la noche a la mañana; mariposas venenosas flotan sobre un jardín, eludiendo alegremente sus cuidados límites; los leopardos de las nieves bajan de sus hogares en las montañas para caminar casualmente por las calles vacías de la ciudad. Leer a Can Xue es encontrarse perdido en una ráfaga de crecimiento viral, subordinado a los caprichos de un aceleracionismo radical. Aunque eso no es ni la mitad, en lo que a extrañeza se refiere.
Las historias de Can Xue están llenas de estructuras absurdamente altas, heridas en la cabeza que nunca sanan y criaturas grotescas que parecen dementes. Refracciones de plagas comunes y jardines flotantes, con cigarras y sauces de inclinación espiritual que lloran silenciosamente su destino. Sus tramas se desarrollan en ciudades asediadas por inundaciones, tormentas de arena y nieblas perpetuas; donde el humo de las fábricas nunca se apaga y una profunda confusión aflige a la población; donde el sol abrasador cae como un martillo sobre los indefensos habitantes, marchitándolos hasta convertirlos en sombras. Como si se hubiera metido en vena un suplemento literario de Kafka, Dante y Beckett, navega entre la inestabilidad, la extrañeza y un punto de implosión-explosión extremo; no apto para todos los paladares. Sus historias se leen como sublimaciones barrocas de traumas enterrados, como oscuros tormentos y penas. Hay algo cósmico en sus escritos: como si uno estuviera orbitando una estrella distante.
Lo mejor
Es posible que el lector se sienta ante una colección desorientadora de relatos
Lo peor
Podría luchar contra la rareza de estas historias, pero es mejor sumergirse