Las consecuencias de la decisión de Santiago Abascal de romper los gobiernos autonómicos con el PP están aún por ver, aunque, a nivel interno, parece que pueden empezar a medirse ya porque ha provocado un terremoto de importantes magnitudes. «Esto es un polvorín», resumía ayer un cargo institucional de Vox a LA RAZÓN, quien aseguraba que el malestar en el partido es considerable. «Nos hemos suicidado. El descontento es brutal», señalaba otra fuente, quien aseguraba que ahora mismo el partido está roto en dos: «Hay división entre los que están en puesto de gestión en los gobiernos y los que están en la oposición».
En este sentido, esa misma fuente señalaba que quien está en la oposición «sí aplaude» la decisión de Abascal porque no tiene ningún coste ni personal ni profesional, en el sentido de que pueden permanecer en el «sillón» sin haber «adquirido compromisos» que cumplir con los ciudadanos y las entidades sociales (es decir, medidas que desplegar) ni tampoco tienen que marcharse a recuperar un empleo en el sector privado tras solo un año en las instituciones. «Sacrifico mi vida y, de repente, me quedo en la calle», señala otra voz del partido, consciente de la dificultad de volver a colocarte tras entrar en política. «La dirección nacional vive alejada de la realidad. No saben lo que es gestionar y comprometerse con la gente», añade.
Los que gestionan y tienen cargos institucionales tienen un malestar profundo con la decisión de la dirección nacional y eso puede acabar desencadenando una salida de cargos en el ámbito municipal, ya que tras la salida de los gobiernos autonómicos, a Vox ya solo le quedan alcaldes, concejales o diputados en diputaciones. «¿Quién se va a poner en las listas de Vox en las siguientes elecciones si al año se puede quedar tirado? ¿Cómo vamos a atraer talento?», pregunta una fuente consultada del partido, quien augura nubarrones en el horizonte. «Ahora mismo somos un Ciudadanos 2.0. Va a haber un goteo de salidas, gente que se va a ir o va a aprovechar los puestos que ofrezca el PP», agrega.
Lo cierto es que el descontento se pudo ver el mismo jueves durante la comparecencia de Abascal: las caras de algunos vicepresidentes autonómicos reflejaban meridianamente el malestar. En total, Vox ha perdido cuatro vicepresidencias y once consejerías. No obstante, de los once consejeros, ha habido dos que se han rebelado: Gonzalo Santonja (Castilla y León), aunque es independiente, e Ignacio Higuero (Extremadura). En ambos casos, han desoído a la dirección y se han quedado en el puesto. Además, Gerardo Dueñas (Castilla y León) ha dejado el partido tras dimitir como consejero. El propio Abascal, en este sentido, ha sido comprensivo con la decisión de algunos de esos consejeros porque han «tenido que dejar» sus trabajos «para poco tiempo».
Lo cierto es que la firmeza de Abascal en sus palabras con la decisión tomada se han transmitido a los cargos institucionales que quedan en el ámbito municipal: de hecho, según explican algunos de ellos, han tenido algún que otro episodio de tensión con dirigentes del partido a la hora de pedir explicaciones. «El que no esté a gusto que se vaya», asegura uno.
Ahora mismo Abascal ya amenaza con la ruptura de los pactos municipales con el PP (en caso de que acojan a menores migrantes) y en total hay más de 130 (algunos en importantes capitales de provincia): de darse ese movimiento, el partido podría sufrir todavía más daños internamente.
No obstante, a nivel interno, no todo son críticas en el partido a Abascal y la decisión del líder también ha estado arropada por muchos miembros. «Era la única salida que teníamos porque no podíamos aceptar la imposición del PP», asegura uno, quien apuesta por salir de los gobiernos para marcar perfil propio y evitar quedar «diluidos» por los populares para tomar impulso electoral. En todo caso, reconocen que aún es pronto para medir el éxito de la operación.
El golpe que ha dado Abascal encima de la mesa, con la ruptura de los gobiernos autonómicos por la acogida de 347 menores migrantes, se puede convertir en una nueva sangría de salidas (como las de Macarena Olona, Rubén Manso, Iván Espinosa de los Monteros o José Luis Steegmann). El partido, que había culminado el ciclo electoral resistiendo mejor de lo esperado (obtuvo misma representación en País Vasco y Cataluña y dobló resultados en Europa), se ha enredado y se ha sumergido en una crisis impredecible: a nivel interno, Vox puede sufrir, mientras que a nivel electoral todavía queda tiempo para poder medir el grado de acierto de la decisión porque no hay elecciones a corto plazo.