La explosión del volcán Villarrica, situado entre las provincias de Cautín y Valdivia en Chile, activó la alerta amarilla debido a la reciente actividad volcánica. El evento, registrado a las 21.30 (hora local) del 10 de julio de 2024, generó una columna de cenizas de 600 metros y un sismo de largo periodo. El Servicio Nacional de Geología y Minería de Chile (Sernageomin) ha intensificado la vigilancia para detectar posibles cambios en la actividad del volcán.
Este estratovolcán es uno de los más activos de Sudamérica, conocido por sus erupciones frecuentes y su impactante cono visible desde lejos. La explosión reciente y el consiguiente sismo han elevado las preocupaciones entre las comunidades locales, particularmente en la turística ciudad de Pucón, ubicada a solo 15 km de la cima del volcán.
El volcán Villarrica, con su característico cráter abierto y constante actividad fumarólica, ha tenido un papel significativo en la geología de la región. Ubicado estratégicamente entre los lagos Villarrica y Calafquén, es parte de una cadena volcánica que incluye los volcanes Quetrupillán y Lanín. Este es un hito geográfico y un centro de atracción turística, con la cercana ciudad de Pucón recibiendo numerosos visitantes que disfrutan de sus paisajes y actividades al aire libre.
El Sernageomin ha mantenido un monitoreo constante del Villarrica debido a su historial de erupciones frecuentes, que han incluido tanto eventos explosivos como efusivos. La reciente actividad del volcán, con la emisión de material particulado y balísticos incandescentes, subraya la importancia de mantener una vigilancia rigurosa. La explosión del 10 de julio es un recordatorio de la potencia y el impacto que este volcán puede tener en el entorno natural y en las comunidades aledañas.
El sismo de tipo largo periodo registrado durante la explosión del volcán Villarrica es característico de la actividad volcánica, siendo un indicador de movimientos de fluidos dentro del edificio volcánico. Estos sismos están asociados a la dinámica interna del volcán, donde el magma, los gases y otros materiales se desplazan a través de grietas y conductos. La baja eficiencia sísmica observada en este evento específico sugiere que, aunque la actividad fue significativa, no hubo un cambio drástico en la estructura interna del volcán.
El monitoreo sísmico es crucial para entender la actividad del Villarrica. Los sismos de largo periodo suelen preceder a erupciones, ya que reflejan el ascenso del magma hacia la superficie. En este caso, el sismo registrado no mostró cambios significativos posteriores en la señal sísmica continua, lo que permitió a las autoridades mantener la alerta en nivel amarillo y continuar con la vigilancia.
Una erupción del Villarrica podría tener consecuencias devastadoras, especialmente debido a los lahares, flujos de lodo y escombros volcánicos que se generan cuando la nieve y el hielo del glaciar que cubre el volcán se derriten rápidamente. Los lahares son una amenaza significativa para las comunidades cercanas, como Pucón, ya que pueden descender por las quebradas y ríos, y arrastrar consigo material volcánico y provocar daños considerables.
Según Felipe Aguilera, director del Instituto Milenio de Investigación en Riesgo Volcánico Ckelar Volcanes, los lahares son el mayor peligro en caso de una erupción, especialmente en épocas de nieve. Estos flujos pueden alcanzar áreas alejadas del volcán, afectando zonas como Coñaripe y las costas de los lagos Calafquén y Villarrica. La rápida respuesta y las medidas preventivas son esenciales para mitigar los riesgos asociados a una posible erupción.
La erupción del Villarrica entre 1948 y 1949 es recordada como uno de los ciclos eruptivos más grandes en tiempos históricos para este volcán. Durante este periodo, se generó una colada de lava que alcanzó el estero Molco y lahares que descendieron por diversos valles, afectando a comunidades cercanas. Las columnas eruptivas alcanzaron hasta 8 km de altura, y pequeños flujos piroclásticos se registraron sobre el glaciar.
Esta erupción tuvo un impacto significativo en la región, con un saldo de 50 fallecidos, 1000 heridos y daños importantes en la infraestructura local, incluyendo puentes destruidos. La fotografía histórica de Enrique Mora, archivada en Memoria Chilena, muestra la potencia de la actividad volcánica en esa época.