A día de hoy solemos utilizar indistintamente la palabra perfume o colonia, alternándolas más en función de cómo nos salga a nosotras que de la propia naturaleza del producto al que nos estamos refiriendo.
La realidad es que no es lo mismo un perfume que una colonia ni, si sumamos aún más factores a la ecuación,
que un eau de parfum o un eau de toilette. Teniendo cada uno de ellos unas características propias que definen tanto el olor como la duración del mismo, así como más factores.
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