El sueño migratorio de muchas mujeres de América Latina se ve frustrado cuando al llegar a España descubren que fueron engañadas para ser prostituidas en unas condiciones muy duras, pero cuentan con el apoyo de organizaciones que las ayudan a prevenir que caigan en ese infierno o a recuperarse tras ser liberadas de las redes de trata.
«Queda muy tocada porque su sueño migratorio se desbarata», cuando en el aeropuerto de Madrid descubre el engaño, advierte a EFE Eva Márquez, de la organización no gubernamental española Diaconía.
Como responsable de Lucha contra la Trata de personas en Diaconía, constata «un grandísimo aumento de mujeres de América que están siendo víctimas de trata en España, sobre todo de Colombia, Venezuela, Paraguay«.
«La trata se nutre de la vulnerabilidad», no solo económica, también como consecuencia de violencia de género, abusos en la infancia o violencia de otro tipo en su país de origen, señala.
Algunas vienen sabiendo que es para ejercer la prostitución, «pero absolutamente engañadas en sus condiciones», subraya esta experta.
«Vente a España, que en dos o tres meses vas a hacer todo el dinero que necesitas para solucionar todo tu problema económico que tienes con tu familia en tu país», es el reclamo de las redes de trata, que estas mujeres «aceptan por su necesidad», relata.
Pero cuando llegan a España, «las condiciones son absolutamente deplorables, de una dureza y una explotación brutal», alerta Márquez.
La organización realiza toda una labor de prevención, empezando por Internet, para detectar el riego de que caigan en estas mafias.
Pero si caen, al llegar a España la forma de reaccionar en el control de pasaportes da pistas del engaño que sufren y se evita que sean explotadas.
Quienes ya han sufrido esa explotación, una vez liberadas por la Policía reciben la asistencia de Diaconía para superar el trauma, lo que puede llevar entre año y medio y dos años.
La organización cuenta con pisos de acogida en Madrid, pero también las asiste aunque no vayan a uno de ellos, con apoyo jurídico, psicológico, en la búsqueda de empleo.
Y para regularizar su situación en España, porque más del 80 están irregulares, «un medio de coacción» de los explotadores para que no vayan a la Policía.
«No se te ocurra hablar nunca, porque no tienes documentación. Te van a expulsar del país», las amenazan.
«Tienen que tener acceso a la regularización administrativa», observa la experta, «para insertarse realmente en la sociedad».
La ley española de Extranjería lo prevé sobre el papel, pero la práctica es más complejo. Y además España carece de momento de una ley específica contra la trata de personas para explotación sexual o laboral o una que regule la prostitución.
Tampoco hay suficiente asistencia para mujeres con hijos «fruto de la explotación», señala, salvo entidades como Diaconía especializadas en atender a mujeres que «quieren muchísimo a sus hijos, pero que les recuerdan su historia».
Hijos de «violaciones, abusos, prostitución coactiva, es muy duro», lamenta.
Ni lo hay para quienes tienen discapacidad, una adicción o serias secuelas psicológicas, subraya Márquez.
«La huella de la trata deja secuelas en la salud mental», incluso casos de «trastornos mentales graves», y muchas veces «las adicciones son fruto también de la explotación, porque a muchas las obligan a drogarse, para aguantar» y para «tenerlas controladas», describe.
Como sociedad «tenemos una deuda con estas mujeres» para dejar de «normalizar» ciertos estereotipos sobre ellas, que no serían explotadas si no hubiera clientes que alimenten el negocio.
«Mi lema es: Vamos a trabajar día a día para que dejemos de ser necesarias» en la lucha contra la trata, sentencia Eva Márquez.
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