Un chaval de 25 años, cuyo máximo triunfo en la vida ha sido dar patadas a un balón desde los 14 años, y hacerlo muy bien por lo visto, proclama al mundo que hay que frenar a la ultraderecha y votar a la ultraizquierda y todo el mundo encantado. Nuestros políticos le hacen la ola y los ciudadanos que insisten en tragar cada cambio de opinión de Sánchez le aplauden con las orejas. El chaval no puede presumir de estudios ni de formación, precisamente. Sí puede presumir de, a su corta edad, ser un multimillonario que puede permitirse decirle a los franceses, incluso a los que ganan 1.400 ...