“Cuando las partes entran en la sala de vistas, están enfrentadas y hasta enfadadas, pero es posible que salgan con una sonrisa”. Así se expresa la magistrada del juzgado de primera instancia 13 de Barcelona, Marta Montañés, una de las juezas más partidarias de intentar solucionar los conflictos a través de acuerdos entre las partes.
En la memoria de Montañés está un caso que, gracias a su iniciativa, se logró canalizar en un acuerdo y ahorrar a las partes y al sistema de Justicia un pleito que puede durar hasta más de tres años. Un hombre de Barcelona demandó a sus vecinos de abajo por el intenso “olor a fritanga” que subía a su vivienda, recuerda la jueza. Según su demanda, la peste era de tal magnitud que tuvo que abandonar su piso y alquilar otra casa. Traducido: el hombre reclamaba una indemnización voluminosa a sus vecinos.
En vez de celebrar una vista, escuchar durante horas a peritos de tesis opuestas y dar la razón a una parte, Montañés propuso a los vecinos intentar llegar a un acuerdo. En una actitud poco habitual en un impartidor de Justicia, la jueza Montañés se arremangó, y acudió, junto a los abogados y peritos de cada parte, a ver si la cocina producía tanto olor a fritanga como la que denunciaba el vecino.
“Los jueces también somos personas y tenemos que ser empáticos. Lo más adecuado en ese caso era ver si en esa casa se estaban friendo empanadillas todo el día e instar a un acuerdo a los vecinos”, asevera Montañés. Y así se consiguió: las partes acordaron unas obras para mitigar los olores de la casa, y el caso quedó solventado.
La mediación, un sistema alternativo para resolver los conflictos que avanza en España pese a la tradicional cultura del litigio todavía imperante, implica un cambio de mentalidad de todas las partes. Para empezar del juez, que ofrece a las partes la posibilidad de llegar a un acuerdo. También de abogados (que renuncian a los honorarios de un pleito eterno en favor de su resolución) y clientes, que aprenden a ceder y a escuchar al otro en vez de esperar a una sentencia que puede no resolver nada.
En todo ello resulta clave la función de los mediadores como Elisabet Barnadas, que facilitó el acuerdo en el caso que había recibido Montañés. Aunque no fue el caso de estos vecinos, la mediadora explica que hay veces que las partes de un pleito apenas se conocen y que la mediación es casi su primer contacto.
La Generalitat y los colegios de la abogacía y los juzgados catalanes quieren que cunda el ejemplo de la jueza Montañés y que incluso se tarde menos de ocho meses en saldar con éxito un proceso de mediación. En algunos casos se puede lograr el acuerdo en tres horas, en una sala de mediación del juzgado anexa a la sala de vistas. Por ello la conselleria de Justicia implantará programas de mediación exprés tras una prueba piloto testada entre 2022 y 2023 en los juzgados civiles de Barcelona y que todas las partes definen como un éxito. El programa es gratuito para las partes.
Uno de los participantes en el programa piloto ha sido el letrado Francesc Rovira. Su cliente acababa de adquirir un bar cuando descubrió que sobre el local pesaba una deuda con una empresa de máquinas tragaperras de hasta 60.000 euros. La empresa terminó demandándole tanto a él como al anterior dueño para cobrar la cantidad.
“Nos propusieron la mediación exprés antes de empezar el juicio y un pleito que podía haber durado tres años se solucionó en tres horas”, destaca Rovira. A pesar de haber pasado semanas preparando la vista, el abogado celebra que, aunque cada caso es distinto, en el de ese bar y en otros casos civiles o incluso penales como delitos menores contra el patrimonio, la mediación tiene muchos más ventajas que inconvenientes. “Es mejor acordar que una sentencia a todo o nada”, añade.
“El caso judicial y la mediación no son procedimientos confrontados sino todo lo contrario, son complementarios y abren un abanico de posibilidades a las partes”, defiende la jueza decana de Barcelona, Cristina Ferrando, que reclama más inversión pública para este tipo de programas. Por su lado, la consellera de Justicia en funciones, Gemma Ubasart, reivindica un “cambio hacia la cultura del acuerdo” en los juzgados, que a su vez sirve para responsabilizar al ciudadano en sus conflictos sin externalizarlos y, de paso, descongestiona los tribunales.
En la prueba piloto realizada entre 2022 y 2023 participaron dos juzgados de primera instancia de Barcelona, que derivaron al programa de mediación exprés 113 casos, de los que 45 acabaron en acuerdo. Los casos civiles más habituales que pueden solventarse a través de la mediación son los conflictos vecinales, los desahucios o los casos de sucesiones y herencias.
Pero el nuevo programa quiere ir más allá y abarcar también el ámbito mercantil para resolver conflictos societarios o de empresas familiares, así como casos de insolvencia, o incluso casos de derecho de familia de sustracción internacional de menores. El objetivo es facilitar un acuerdo rápido entre progenitores y preservar así el interés superior del menor y el derecho fundamental de relacionarse con ambos, además de restablecer la comunicación entre los progenitores y facilitar el retorno del niño a su residencia habitual.