La ex vicesecretaria general del PSOE, Adriana Lastra , será nombrada la semana que viene nueva delegada del Gobierno en Asturias, en sustitución de Delia Losa, que lleva en el cargo desde la llegada de Pedro Sánchez a La Moncloa en junio de 2018. Con este nombramiento, Sánchez recupera a una de sus más antiguas y leales colaboradoras , quien ocupará por primera vez en su carrera un cargo de carácter institucional, que ejercerá además en su comunidad de origen. La propia Losa, en declaraciones a los medios este miércoles en Oviedo, recogidas por Europa Press, ha afirmado que la baja ha sido «por decisión propia» y «dentro de un proceso natural en el que los cargos en política tienen un principio y un fin». Por su parte, el presidente del Partido Popular (PP) en el Principado de Asturias, Álvaro Queipo , ha criticado el nombramiento, que ha atribuido a una «bunkerización del PSOE». Desde su dimisión como número dos del PSOE en julio de 2022, Lastra mantenía un discreto perfil político como diputada por su provincia natal y como miembro de la dirección del PSOE asturiano, después de varios años en primera línea de la vida política, donde además de sus responsabilidades orgánicas en Ferraz llegó a ser, y al mismo tiempo, portavoz parlamentaria del partido en el Congreso de los Diputados. Su salida, nunca explicada del todo, se produjo en el contexto de una tensión creciente con el secretario de Organización del partido, Santos Cerdán, y fue sustituida por María Jesús Montero, quien un año después alcanzaría también la vicepresidencia priemera del Gobierno, sin dejar de ser la titular de la cartera de Hacienda. La mayor acumulación de poder orgánico e institucional que se recuerda en una política en España desde los casos del popular Francisco Álvarez Cascos y del socialista Alfonso Guerra. Junto a Lastra , y dentro de una batalla soterrada pero intensa en el aparato de Ferraz, fueron dejando de tener responsabilidades en el partido otros dirigentes considerados próximos a ella, entre ellos el que llegó a ser portavoz de a Ejecutiva Federal, Felipe Sicilia, hoy reintegrado a su puesto como funcionario del Cuerpo Nacional de Policía. Recientemente, durante un mitin de la campaña de las elecciones europeas en Asturias, Sánchez elogió en público a Lastra, presente en las primeras filas del evento. «Nosotros miramos hacia atrás y vemos a Maricuela [una histórica socialista asturiana fallecida este año a los 105 años de edad], y miramos hacia el futuro y vemos a Adriana Lastra. Ellos miran hacia atrás y ven la Sección Femenina y en el futuro la nada más absoluta», señaló en referencia a la derecha. Unas palabras del líder del PSOE que desataron ciertas especulaciones sobre una posible recuperación de Lastra para la primera línea política, que ahora se produce en cierta manera. Previamente, y durante los cinco días de reflexión de Sánchez tras su carta a la ciudadanía en abril en la que amagó con dimitir, Lastra salió como la mayoría del partido a reclamarle que siguiera como presidente, algo que hizo en una rueda de prensa en la sede del PSOE asturiano, donde ejerce como vicesecretaria de acción polítca. En el comunicado público de hace dos años con el quedio a conocer su renuncia a ser la mano derecha de Sánchez en la Ejecutiva Federal del PSOE, Lastra aludió a «cambios importantes en mi vida personal que me exigen tranquilidad y reposo y que, en las dos últimas semanas, me han obligado a tomar una baja laboral que se va a prolongar aún un tiempo». Además, atribuyó su decisión a «la dificultad de compaginar las exigencias de reposo y cuidados, imprescindibles en mi situación actual, con la intensidad que exige la dirección del partido». Nacida en 1979 en Ribadesella y madre de un niño pequeño, Lastra apoyó siempre a Sánchez en todos los procesos internos, y también cuando dimitió forzado por los barones del partido en octubre de 2016. Poco después, como diputada, y a diferencia de más de una decena de parlamentarios socialistas que rompieron la disciplina de voto, respaldó con una abstención la investidura de Rajoy, si bien dijo hacerlo «por imperativo».