Cuando la presidencia húngara escogió el lema [[LINK:INTERNO|||Article|||667199ecb18eb0e48e9732ec|||«Make Europe Great Again»]] (hacer Europa grande de nuevo), copiando de manera descarada el leitmotiv de Donald Trump para Estados Unidos, comenzaron los arqueos de cejas en Bruselas. Diez diez después de que Budapest haya comenzado su presidencia rotatoria del Consejo de la UE el pasado 1 de julio, los peores presagios parecen haberse cumplido. El primer ministro húngaro, Viktor Orbán, ha dedicado estos primeros días a una gira exprés por Ucrania, Rusia y China bautizada como «misión de paz» y en la que de facto se erige como mediador para un alto el fuego en el país invadido por Vladimir Putin.
El mandatario húngaro no avisó con anterioridad al resto de los socios europeos de estos viajes y las instituciones comunitarias se han apresurado a desautorizar estas visitas y aclarar que, de ninguna manera, representa a los Veintisiete. Orbán lleva obstaculizando la ayuda militar a Ucrania desde el inicio de la invasión, pero este movimiento escuece especialmente en Bruselas, ya que se ha producido en el marco de la presidencia rotatoria, a pesar de que la representación de los Veintisiete en el ámbito exterior corresponde al presidente del Consejo, Charles Michel, y al máximo representante de la diplomacia comunitaria, Josep Borrell.
Ante el peligro de que Hungría no se comporte como un árbitro neutral durante estos seis meses, tal y como había prometido, la diplomacia comunitaria bajara varias opciones. Mientras algunos países creen que lo mejor es boicotear las reuniones informales organizadas en Hungría y enviar a perfiles técnicos antes que políticos, otros barajan el adelanto de la presidencia de Polonia, que en principio comienza el 1 de enero de 2025. Pero esta última medida parece difícil de llevar a cabo por sus implicaciones jurídicas y políticas. Mientras ciertas voces creen que lo mejor es aplicar un severo correctivo a Orbán, otras consideran que esto solo le otorgará un protagonismo mayor del que merece, ya que las opciones de que Hungría haga cambiar el rumbo de los Veintisiete o la OTAN en el apoyo a Ucrania son prácticamente nulas.
Aunque prácticamente todos los líderes europeos y cargos comunitarios han salido en tromba a criticar a Orbán, los castigos parecen limitados. De momento, la Comisión Europea ha amenazado a Hungría con no emprender la tradicional visita del colegio de comisarios al país. Aunque este viaje suele realizarse al comienzo de la presidencia rotatoria, el Ejecutivo alegó, en un primer momento, que no había sido posible organizar estos actos con el suficiente tiempo de antelación y que era mejor posponer la visita hasta el mes de septiembre.
Tras conocer el encuentro de Orbán con Putin, Bruselas ha amenazado con no celebrar este desplazamiento. Lo que también se ha aplazado es el tradicional discurso ante la Eurocámara que suele tener lugar al comienzo de la presidencia. La primera sesión plenaria de la nueva legislatura comenzará el próximo día 16 de julio, y en la agenda provisional no aparece la alocución de Orbán, ya que será necesario prestar atención a otros temas como la presidencia de la institución y la votación de la candidatura de Ursula von der Leyen para un segundo mandato al frente del Ejecutivo comunitario. Se espera que el primer ministro húngaro se dirija al hemiciclo en el mes de septiembre.
Ante la oleada de críticas, el ministro de Exteriores húngaro, János Bóka, ha celebrado una rueda de prensa este miércoles en Bruselas en la que se ha defendido de las acusaciones. «No creo que puedan decir algo que pueda cambiar mi opinión de mantener canales diplomáticos abiertos con Rusia si la UE quiere jugar un rol activo en la resolución del conflicto», ha asegurado, en referencia a la opinión del resto de los países europeos.
Según el titular de Exteriores, su país ha demostrado su lealtad con el resto de los socios al enviar una misiva a sus homólogos europeos y al presidente del Consejo en la que explica su entrevista con Putin. Tras su viaje a Moscú, la postura húngara no ha cambiado sino que se ha reafirmado. «Si existe un posibilidad que pueda lleva a una pronta resolución del conflicto entre Rusia y Ucrania y a salvar vidas humanas, hay una responsabilidad política que debe asumir el primer ministro húngaro», ha afirmado Boka.
Este pasado lunes, Orbán lideró la formación de un nuevo grupo en la Eurocámara, Patriotas por Europa, que se ha convertido en la tercera formación más numerosa por delante de los Conservadores y Reformistas Europeos (ECR) de Giorgia Meloni y de los liberales, gracias a la incorporación del Reagrupamiento Nacional (RN) de Marine Le Pen y de La Liga de Matteo Salvini. Los tres grupos de centro –populares, socialistas y liberales– han establecido un férreo cordón sanitario para que no puedan optar a la vicepresidencia de la Eurocámara ni a las presidencias de las comisiones.