Llega a mis manos un pequeño libro, o llámale mejor novelita, del escritor Pedro Novoa (1974 – 2021). La publicación se titula El escapista y la editorial que la presenta Quimérica Editorial.
En líneas generales, se trata de una buena novela en la que confluyen la realidad y la ficción (se cuenta la historia de Prometeo y la del propio Novoa en cuanto al ejercicio de la escritura literaria), con un trabajo del lenguaje muy cercano a la verosimilitud de lo que narra, lo cual no es poco.
Por otra parte, esta novelita puede ser leída como un ajuste de cuentas con su vida (fijarse en el muy buen cuento “Los guantes del padre” incluido en el libro) y con el mundo literario como tal. Es en este segundo punto en el que me gustaría incidir, porque nos permite tener una idea de quién fue Pedro Novoa y, en este sentido, exponer el porqué es un escritor a quien debemos (re)leer.
El escapista, como texto literario, cumple con mostrarnos el talento de Novoa, pero es también una obra menor (como casi todos los libros póstumos) si la comparamos con las novelas Tu mitad animal, Seis metros de soga, La sinfonía de la destrucción y Maestra Vida, pero a la vez útil porque se posiciona como una idónea puerta de entrada a su poética, de temática gris y oscura, y rica en matices, con suficientes pliegues reflexivos que la alejan del efectismo.
Antes de fallecer de cáncer, Novoa llegó a disfrutar del reconocimiento (ganó el Premio Internacional Mario Vargas Llosa en el 2012 con Maestra Vida, del mismo el Concurso de las 1000 palabras de Caretas en el 2016 con “Inmersión” y el Premio Luces 2017 por su novela La sinfonía de la destrucción; además publicó en sellos grandes como Penguin y Planeta), pero algo pasaba.
No es infidencia lo que voy a decir. En el ambiente literario era sabido que a Novoa le resultaba insuficiente el reconocimiento y en esa coordenada se desarrolló una dinámica nefasta que anteponía a la persona sobre la percepción de la obra.
Esta no es una historia de buenos contra los malos, menos de los buenos contra el cuco. Es el reflejo, la radiografía de un circuito literario en el que ser un buen escritor no basta para ser considerado como tal.
“Yo no sé qué más buscas con todo lo que has conseguido”, le dije a Pedro en una ocasión, en mi etapa de librero. Novoa quiso conseguir en corto tiempo lo que a cualquier escritor con talento y oficio le demanda toda una vida. En este orden de cosas, el autor jugó mal sus fichas. Pero ese afán de “reconocimiento/fama” no maculó lo que importa: la obra.
Este libro, El escapista, está por encima de no pocos títulos publicados últimamente. Busquen sus libros. Es un buen autor. Dice cosas.