El invierno, con sus bajas temperaturas, puede llevar a subestimar la importancia de mantenerse hidratado. Muchas personas creen que el riesgo de deshidratarse disminuye durante esta estación.
Sin embargo, la realidad indica que el cuerpo sigue necesitando una adecuada ingesta de líquidos para funcionar correctamente. Conocé a continuación los síntomas de la deshidratación en época invernal y cómo evitar que esto suceda.
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En esta época del año, muchas personas tienden a ignorar la necesidad de mantenerse hidratadas, creyendo que el cuerpo no necesita tanta agua como en verano.
Sin embargo, acorde al portal Vitónica, las bajas temperaturas no eliminan la necesidad de una adecuada hidratación, especialmente para quienes realizan actividades físicas intensas.
Además, la menor ingesta de frutas y verduras, que son fuentes importantes de agua, contribuye a este riesgo. Las frutas y verduras, abundantes en verano, son menos comunes en invierno, lo que reduce la ingesta de líquidos provenientes de los alimentos.
Por todo, es crucial prestar atención a la hidratación incluso cuando no se siente sed.
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La deshidratación en invierno puede manifestarse de manera diferente a la que ocurre en verano, de acuerdo al portal La Voz. Algunos de los síntomas más comunes durante las bajas temperaturas incluyen:
Piel seca: la piel puede volverse áspera y sentir como "cartón".
Labios agrietados: los labios pueden llegar a resquebrajarse debido a la falta de hidratación.
Orina oscura: una señal clara de que el cuerpo necesita más líquidos.
Es importante estar atento a estos síntomas y tomar medidas para asegurarse de que el cuerpo recibe la cantidad necesaria de agua.
Mantener una buena hidratación en invierno es esencial para el bienestar y el rendimiento físico. Aquí hay algunos consejos prácticos:
Beber líquidos regularmente: aunque no se sienta sed, es importante tomar al menos 300 ml de agua antes, durante y después del ejercicio.
Incorporar líquidos a través de los alimentos: consumir frutas y verduras, preferiblemente hervidas, al vapor o al horno, y sopas de verduras.
No esperar a tener sed: la sensación de sed disminuye en invierno, por lo que es vital beber agua de manera constante.
Adaptar las bebidas: incluir caldos, jugos e infusiones calientes puede hacer más apetecible el consumo de líquidos.
Mantener la humedad ambiental: colocar cuencos de agua cerca de radiadores o fuentes de calor para mejorar la ventilación y la humedad ambiente.
Quitarse los abrigos pesados al entrar a un lugar cerrado: esto evita el exceso de calor y sudoración, que puede contribuir a la deshidratación.
Estos hábitos ayudarán a prevenir la deshidratación y a mantener el cuerpo funcionando de manera óptima, incluso en los días más fríos del invierno.