Existen muchas leyendas y pocos hechos verificables sobre Bettisia Gozzadini, quien impartió clases de derecho en la Universidad de Bolonia en el siglo XIII. Se dice que obtuvo su educación disfrazada de hombre y que enseñaba al otro lado de una cortina (en otras versiones aparece con un velo) para que su belleza no distrajera a los estudiantes. Pero, ¿cuánto de realidad y cuánto de ficción se ha conservado de su persona?
Nacida en Bolonia en 1209, la familia de Bettisia pertenecía a la facción güelfa, que apoyaba a la casa de Baviera y al papado en el Sacro Imperio Romano Germánico en el siglo XII. Desde una edad temprana, Bettisia mostró un interés innato por el conocimiento y la educación. En su familia ya había juristas y médicos destacados, lo que facilitó que se le inculcara el interés por las leyes. En una época en la que las mujeres eran generalmente excluidas de la educación formal, su familia (comerciante e influyente) le brindó la oportunidad de estudiar. Parte del mito la describe con características masculinas, y de hecho se ha llegado a afirmar que, hasta los 12 años, iba vestida de chico y rehuía de las agujas y del tejer que eran propias de las mujeres.
Sin embargo, bajo la guía de tutores privados, Bettisia comenzó a explorar las disciplinas académicas tradicionalmente reservadas para los hombres, incluyendo la filosofía, las matemáticas y las leyes. Se sabe poco de cómo logró ingresar a la universidad, aunque el mito la presenta disfrazada como un joven señor para acceder a las aulas, sin que se haya podido dilucidar si esta hazaña fue por elección o por mandato social. En aquella época, los estudios superiores estaban reservados a la nobleza y, aunque el alumnado era predominantemente masculino, no es extraño pensar en mujeres pudientes interesadas en asistir. Bettisia se graduó en derecho en 1237.
Gran oradora, Gozzadini enseñó leyes en su propia casa durante dos años, y posteriormente se le ofreció un puesto como profesora en el «Studium», que inicialmente rechazó, pero luego aceptó, convirtiéndose en la primera mujer conocida en enseñar en una universidad europea. Este hecho la convirtió en objeto de leyenda, con anécdotas extravagantes como que enseñaba con un velo o detrás de una cortina para evitar que los estudiantes se distrajesen, o que era tan buena oradora que el aula se le quedó pequeña y comenzó a dar conferencias en plazas públicas para dar cabida a las multitudes que se reunían para escucharla. Otras notorias mujeres, como Novella d’Andrea, también han sido descritas de esta manera, sugiriendo que estos eventos podrían ser más bien producto de la fantasía.
Final de película
Y es que, efectivamente, su biografía está empañada por Alessandro Macchiaveli (1693-1766), un historiador italiano con gran fama de falsificador y mistificador, quien incluyó en sus obras hechos y personajes completamente inventados. Macchiaveli insertó a Bettisia dentro de una tradición, totalmente boloñesa, de mujeres graduadas y profesoras, con el objetivo de promover el prestigio de su ciudad y defender con «precedentes históricos» el ingreso de María Victoria, hija del conde Alfonso Delfini Dosi, al Colegio de Derecho en 1722.
Sin embargo, los datos históricos verificados indican que Bettisia realizó un elogio fúnebre en el entierro del obispo Enrico della Fratta el 31 de mayo de 1242, al ser una destacada oradora. También se sabe que en 1244 pronunció una oración de alabanza dirigida al papa Inocencio IV, quien la recompensó con generosos regalos. Su destino fue tan trágico que hoy nos parece de película. Desempeñó su cometido en la enseñanza hasta el día de su muerte. Fue el 2 de noviembre de 1261, cuando una inundación afectó a toda la ciudad de Bolonia. Bettisia huyó de su casa anegada, rodeada por el desbordamiento de los ríos Mezzolara y Riccardina, que bordeaban la casa. Encontró refugio en una vivienda cercana al río Idie, junto a dos mujeres y cuatro de sus estudiantes. Desgraciadamente, la casa se derrumbó por efecto de la riada, aplastándolos a todos. Su muerte causó tal impacto en la ciudad que no fue necesario pedir el luto general, ya que se produjo de forma espontánea. Su funeral fue oficiado en la iglesia de la Orden de los Servitas, marcado por el cierre del «Studium» debido al duelo público, que lloraba su pérdida mientras las riadas se iban extinguiendo.
Bettisia Gozzadini es una figura desconocida que debería ser recordada como una erudita excepcional del Renacimiento italiano, ya que su vida subraya la importancia de la educación como una herramienta poderosa para el empoderamiento personal.