A veces nos parece que no existen, pero sí: hay millones de socialistas preocupados por el futuro de su país y de su democracia. Para ellos, la carta que Pedro Sánchez envió a la ciudadanía supuso un antes y un después dentro de la escala de lo tolerable. Lo vimos en las elecciones europeas. Y también para ellos, el teatralizado paso de Begoña Gómez por los juzgados consolida esa división temporal. Moncloa está jugando fuerte, quizá demasiado, para una parte de su electorado tradicional. El episodio de la plaza de Castilla ha sido por la forma –un exagerado despliegue policial y de control de la prensa– y por el fondo –la mujer del presidente intentando darnos pena–, una auténtica degeneración...
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