Amanece. Run Run se fue pa’l norte. En un carro de olvido antes del aclarar, sentado en una piedra se puso a divagar, que sí, que esto, que lo otro, que nunca, que además, que la vida es mentira, que la muerte es verdad. Ay, ay, ay, de mí. La cosa es que una alforja se puso a trajinar sacó papel y tinta y un recuerdo quizás sin pena ni alegría, sin gloria ni piedad.