El juzgado de Instrucción número 27 de Madrid ha condenado al autor del ataque de 'gordofobia' en el Metro de Madrid a una multa de 150 euros por un delito leve de amenazas; sin embargo, la víctima de los numerosos insultos proferidos también deberá abonar la misma cantidad por un delito leve de lesiones, por los dos bofetones que soltó (el único) después de minutos de acoso e improperios en un vagón lleno de gente. Como informó ABC, los hechos se remontan a octubre de 2023, sobre las nueve de la mañana, cuando Antonio Vicente R. P., de 62 años, se sentó al paso de la estación de Gran Vía en el espacio que había junto a David M. B. Totalmente fuera de sí, este le comenzó a increpar con frases como: «Me estás aplastando, gordo», «Te voy a rajar, seboso de mierda», ¡Gordo, que me estas pegando tu sudor!«. Entre insulto e insulto, la víctima le soltó dos guantadas a David, algo que apoyó verbalmente el resto del vagón, que le recriminaba su actuación contra el sexagenario. La respuesta fue: « Gordo de mierda , ¿me vas a tocar tú a mí? Te voy a matar, te voy a rajar en cuanto te bajes. Te vas con 20 kilos menos de aquí, chaval«. Y siguió con sus insultos: »Antonio, ya estás cagado. Vas de mierda hasta el culo«, repetía, mientras le hacía una peineta a la mujer del hombre con sobrepeso. Toda la escena fue grabada con un teléfono móvil y aportada como prueba por parte del despacho Paredes y Asociados Abogados, que representa a Antonio. La situación fue tan tensa, que hubo que avisar a la Policía Municipal. Primero acudieron los vigilantes de seguridad y los protagonistas de esta historia se apearon en un andén. «Todavía tuvo tiempo de decirle a una de las vigilantes: 'Tú, medio metro, ¿me vas a hacer algo a mí?». La respuesta de la empleada fue clara, aunque irreproducible. Y, tras tomarles declaración en Ventas, cada uno se fue a su casa. Insultos que repitió, a la salida del juicio, contra la magistrada (a la que tildó también de «gorda»), y al vigilante de seguridad de Plaza de Castilla «medio metro». Antonio, que trabaja de bedel en un colegio y también escribe poesía, volvía precisamente aquel día de recibir un premio literario con su mujer y unos amigos. «No tengo complejos, me siento una persona querida en mi entorno; tengo mis tertulias, soy promotor cultural, doy conferencias, prologo libros… Pero he estado unos días mal. En el colegio sí sufrí acoso por ser disléxico. Me he vuelto a sentir acosado a raíz de esto», dijo a ABC.