Este simple hábito de 10 minutos podría ser la clave para superar la postergación y mejorar la efectividad personal.
En la lucha contra la procrastinación, existe un método infalible de 10 minutos que se posiciona como una herramienta clave y accesible. Este enfoque busca abordar la tendencia a postergar tareas, pero también a aliviar el peso emocional que eso conlleva.
En un entorno donde la procrastinación puede ser un obstáculo frecuente, explorar métodos prácticos como este es fundamental para mejorar la productividad y reducir el estrés cotidiano. Descubrí de qué se trata e incorporar a tu organización semanal
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Para evitar la procrastinación y lograr finalizar esas tareas que suelen costarnos tanto, Anna Fargas, conocida coach y autora del libro "Minimalismo emocional", propone un método sencillo pero efectivo: dedicar apenas 10 minutos diarios a la tarea pendiente.
El método de los 10 minutos promueve la acción gradual y constante frente a las tareas postergadas. (Foto: Freepik)
De acuerdo al portal Saber Vivir, el método consiste en asignar un tiempo mínimo cada día a la actividad que estamos posponiendo. Esto puede aplicarse a cualquier tarea, desde hacer ejercicio físico hasta completar un proyecto profesional.
Según Fargas, este enfoque ayuda a superar la procrastinación al hacer que la tarea parezca menos abrumadora y más manejable.
Expertos como la psicóloga Brígida H. Madsen respaldan esta técnica, y destacan que es una herramienta eficaz para aligerar las cargas y la ansiedad de las tareas pendientes.
Dedicar solo 10 minutos al día puede marcar una gran diferencia en nuestra productividad y bienestar emocional, ya que enfrentamos los retos pendientes con pequeñas, pero constantes acciones.
Al comprometernos a dedicar solo unos breves momentos a la tarea que nos causa ansiedad, reducimos significativamente el malestar que sentiríamos al enfrentarla completa.
Esto convence a nuestra mente procrastinadora de dar el primer paso hacia adelante hasta convertir la tarea en un hábito:
Minimiza el malestar inicial al dividir la tarea en pequeños intervalos.
Facilita el enfrentamiento gradual del miedo y la inseguridad asociados.
Ayuda a construir un hábito de trabajo constante y progresivo.
Al actuar así, nos enfrentamos directamente a nuestros temores subyacentes, ya sea la sensación de incapacidad o la magnitud abrumadora de la tarea.
Este enfoque gradual nos permite desafiar y reducir el miedo asociado, allanando el camino hacia una victoria sobre la procrastinación de manera constante y efectiva.
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Los especialistas subrayan que la procrastinación no siempre se debe a la pereza o la falta de disciplina, sino a barreras emocionales que nos impiden comenzar.
Superar la procrastinación requiere enfrentar las barreras emocionales y mentales que la alimentan. (Foto: Freepik)
Piers Steel, en su obra "Procrastinación: Por qué dejamos para mañana lo que podemos hacer hoy", explora este fenómeno desde una perspectiva científica. Según sus investigaciones, la procrastinación afecta especialmente a personas con un perfil impulsivo.
El mecanismo subyacente radica en la respuesta natural de nuestro cerebro ante las tareas desagradables. Nuestra mente tiende a priorizar actividades que proporcionan gratificación inmediata sobre aquellas que requieren esfuerzo a largo plazo.
La ansiedad que genera la tarea postergada induce al procrastinador a actuar impulsivamente, evitando momentáneamente el malestar asociado. Sin embargo, esto solo perpetúa el ciclo de procrastinación, incrementando el malestar emocional a largo plazo.
Entender estos mecanismos puede ayudar a implementar estrategias efectivas, como el método de los 10 minutos propuesto por Anna Fargas, para enfrentar y superar la procrastinación de manera más productiva y satisfactoria.