Cuesta dejar atrás los viejos hábitos, las antiguas amistades que se echaron a perder, las relaciones acabadas que no conducen a nada... "El hombre es un animal de costumbres" como diría Dickens en un momento de lucidez. Es lo que le está ocurriendo a muchas personas, que rechazan la nueva forma impuesta de los tapones de las botellas de plástico, pero desconocen su razón de ser.
Y es que, cuando nos hemos habituado a una cosa, es muy difícil hacernos cambiar de parecer. Aunque tantas veces la lógica se intente oponer a la costumbre, el hábito no siempre está asentado en motivos meramente racionales, sino sentimentales, y contra esto es muy difícil luchar.
Hirokazu Kanazawa, uno de los más grandes maestros japoneses de los últimos tiempos (falleció en 2019), siempre tenía una gran consigna muy útil para sus alumnos, pero que se puede aplicar en otros ámbitos de la vida: "Es más difícil corregir que aprender". Cuando una persona ya ha asimilado una cierta forma de proceder, le cuesta más realizar modificaciones en ella que utilizar una fórmula completamente distinta.
Esta semana ha entrado ya en vigor la ley 7/2022 de "residuos y suelos contaminados" impulsada por la Unión Europea, motivo por el cuál desde hace algún tiempo se llevan viendo nuevos tapones de botella de plástico que van pegados a la misma.
Este mismo miércoles 3 de julio se ha entrado finalmente en vigor la "Ley 7/2022, de 8 de abril, de residuos y suelos contaminados para una economía circular", que fue publicada en el BOE ya hace más de dos años, pero hasta ahora no se había hecho efectiva.
Esta normativa ha sido propuesta y adoptada por los 27 países de la Unión Europea con el objetivo de que los tapones de botella no acaben contaminando las playas y las costas, así como otros ecosistemas terrestres. Con ello se pretende, además, reducir la cantidad de plásticos de un solo uso en el mercado y mejorar la productividad de los procesos de reciclaje de esta clase de materiales.
A través de la intervención estatal en materia de legislación básica en residuos, se pretende contribuir a la lucha contra el cambio climático y proteger el medio marino. Esta acción se enmarca dentro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la Agenda 2030. Concretamente, a los ODS 12 (producción y consumo sostenibles), 13 (acción por el clima) y 14 (vida submarina).
La llamada "economía circular" según la UE, pretende extender el ciclo de vida de los productos de consumo. Ello implica compartir, alquilar, reutilizar, reparar, renovar y reciclar materiales y productos existentes todas las veces que sea posible para supuestamente "crear un valor añadido", tal y como defiende la define el Parlamente Europeo.
Con motivo de acomodarse a las nuevas exigencias europeas para la reducción de residuos y la lucha contra el cambio climático, durante la última década la sociedad de consumo ha asistido a cambios que, si bien eran pequeños, al principio a muchas personas les resultaron molestos.
Es el caso de la eliminación de las pajitas de plástico en favor de unos canutos de papel cartón, por lo que mucha gente protestó calificándolas con sorna de "papel higiénico", pero a los que la mayoría de consumidores ya se ha acostumbrado.
Otro caso significativo fue cuando se sustituyeron las bolsas de plástico en los supermercados por otras hechas a base de fécula de patata u otros materiales más fácilmente biodegradables. El cambio, además de no ser bien asimilado, resultó ineficiente, pues muchas de estas bolsas se rompían con facilidad, y no era extraño ver a muchos clientes comprar dos en vez de una para reforzarlas.
Los nuevos tapones inseparables de los recipientes de plástico, que desde ahora serán obligatorios para las botellas y briks de menos de tres litros, son solo una nueva modificación en los hábitos de consumo, aunque sirven a un buen propósito.
Muchas personas se han quejado de que es algo incómodo porque a veces les roza la nariz o la cara mientras beben directamente de la botella. Pero las empresas se llevan "poniendo las pilas" desde que se anunció la normativa ya en 2022 para dar salida a todo el stock con "tapones anticuados" y así dar cabida por entero a este nuevo tipo de envases menos contaminantes.
Según parece entonces, no es una medida que se vaya a revertir, por lo que habrá que ir haciéndose a ella.