«Más de veinte facturas, por un importe superior a 35.000 euros y un total de once nóminas, por importe aproximado de 9.800 euros» -jardinero, guardés...- Es el agujero en las cuentas del Monasterio de Belorado que esta semana revelaba el Arzobispado de Burgos desde la comisión gestora creada tras la excomunión de las exmonjas. Unos pagos pendientes de los que van surgiendo más detalles y que esconden lujos o gastos excéntricos de las religiosas , que en su clausura habrían desembolsado miles de euros en sábanas de seda y hasta en un toro de lidia. Entre las facturas más elevadas figuraría la que se le adeuda a un empresario francés, al que las clarisas habrían dejado a deber una cuenta de 18.600 euros por un horno y materia prima para la elaboración de sus afamados chocolates, que ya eran famosos antes del cisma con la Iglesia y se servían en mesas con estrella Michelin. Para cerrar ese acuerdo de venta, dos religiosas habrían acudido en taxi hasta Capbretón , explica en su edición de hoy Diario de Burgos . Pero más allá de suministros para esta labor y fuente de ingresos, en los cajones del Monasterio habrían estado cogiendo polvo otro tipo de facturas muy distintas, de gastos ordinarios y necesidades básicas y que no habrían cubierto precisamente con austeridad . Así, en sus celdas las camas estarían vestidas con sábanas de seda -unos 600 euros cada una-, nórdicos de pluma de una marca exclusiva y cubrepiés de terciopelo , cuyo coste conjunto se eleva a los 6.900 euros. Pese a que habría sido entregado todos no se habría asumido el pago, según denuncia al citado diario el proveedor, al que contaron «la película de que iba a venir un cardenal», dice. Si no cobra, advierte, puede tener que cerrar su negocio. Tanto él como en el caso de Capbretón advierten de que primero se hizo un pedido pequeño y que éste se abonó rápido, pero después se realizó uno mayor y no volvieron a saber de las religiosas . A ello se suman otros conceptos en la misma dirección, como la compra de teléfonos y ordenadores de última generación y una despensa en la que no faltarían jamones ibéricos . Entre las excentricidades la misteriosa compra de un toro de lidia para el monasterio de Orduña que, finalmente, tuvieron que vender porque no podían retenerlo dentro del recinto. Las facturas han comenzado a salir a la luz después de que las exmonjas, en su nombre y ya sin quienes habían ejercido de intermediarios y portavoces -el obispo excomulgado, Pablo Rojas, y el cura coctelero, José Ceacero - entre los muros del Monasterio, acusaran al Arzobispado de Burgos de quererles «axfisiar» económicamente y de tenerles en «una situación límite» a ellos y sus trabajadores al no haberles «pagado las nóminas de mayo y junio». En respuesta, la comisión gestora revelaba la morosidad del Monasterio, unos números rojos a los que a corto plazo era «imposible hacer frente» y asumía «los pagos urgentes» .