La imaginación desbocada produce monstruos, pero pocos como este que acechaba en los pantanos de lo que hoy es Namibia hace 280 millones de años. Con un aspecto similar al de una salamandra gigantesca de hasta tres metros de longitud, este depredador se escondía en el fondo de las aguas con las mandíbulas bien abiertas a la espera de que se acercara una presa imprudente para, literalmente, succionarla. Su cabeza, grande y plana, se parecía al asiento de un inodoro y sus mandíbulas estaban jalonadas de impresionantes colmillos que se entrelazaban entre sí como se cierra una planta carnívora. Ha sido bautizada como Gaiasia jennyae y su descripción aparece este miércoles en la revista 'Nature'. Los restos del 'monstruo' fueron recuperados entre 2014 y 2015 por el equipo de Claudia Marsicano, de la Universidad de Buenos Aires. «Cuando lo encontramos, lo primero que me llamó la atención fue su tamaño, un 50% más grande que los fósiles de tetrápodos (antepasados de las aves, anfibios, reptiles y mamíferos actuales) del Paleozoico que se conocían hasta ese momento. También sus grandes colmillos, casi amontonados en la parte anterior del cráneo y formando esa mordida entrelazada, algo que nunca se había visto", afirma la investigadora a este periódico. Supo al primer vistazo que se trataba de una criatura completamente diferente. El equipo desenterró varios especímenes, incluido uno con un cráneo de unos 60 centímetros y una columna vertebral, articulados y bien conservados. A pesar de ello, "no encontramos los miembros ni huesos de la cintura escapular o de la cadera, lo cual es muy inusual. Por ello creemos que era un animal de miembros muy reducidos y por lo tanto de vida fundamentalmente acuática, que se movía y nadaba utilizando las ondulaciones de su cuerpo y su cola, algo que se justifica por la forma y el tamaño de sus vértebras", señala Marsicano. Gaiasia jennya vivió en un extenso lago de baja profundidad y fondo barroso donde convivía con una fauna compuesta por diversos peces, de los que también aparecieron restos "y que debieron de haber sido gran parte de su dieta. Era sin duda el gran depredador de ese ecosistema", apunta la investigadora. Pobre del que caía en sus fauces. Según Marsicano, estos animales "utilizaban la musculatura de la boca para hacer succión y así ayudarse a atrapar a sus presas en el agua. Además de ese mecanismo, empleaba sus grandes colmillos que cerraba entrelanzándolos para asegurar definitivamente a su presa". Aunque hoy Namibia está al norte de Sudáfrica, hace 300 millones de años estaba aún más al sur, cerca del paralelo 60, casi a la altura del punto más septentrional de la Antártida actual. Y en ese momento, la Tierra se acercaba al final de una era glacial. Las tierras pantanosas cercanas al ecuador se estaban secando y se estaban volviendo más boscosas, pero más cerca de los polos los pantanos permanecían, posiblemente junto a parches de hielo y glaciares. En las partes más cálidas y secas del mundo, los animales evolucionaron hacia nuevas formas. Los primeros vertebrados de cuatro patas, llamados tetrápodos, se ramificaron y se dividieron en linajes que un día se convertirían en mamíferos, reptiles y anfibios. Pero en los márgenes, en lugares como lo que hoy es Namibia, permanecieron formas más antiguas como Gaiasia. «Gaiasia es un superviviente en el extremo sur de un grupo supuestamente extinguido (probablemente 40 millones de años antes) y restringido al hemisferio norte. Sin duda, la historia temprana de estos primeros tetrápodos es más compleja de lo que por mucho tiempo pensábamos", señala la investigadora.