Y sin más preámbulos, he aquí el primer largometraje de Moritz Mohr ambientado en un futuro distópico, un auténtico atracón ingente y a veces muy divertido de violencia, incluso con un puntazo gore, de órganos amputados, de luchas cuerpo a cuerpo super cruentas... Vamos, una singular y descarada delicatessen para los fans de Robert Rodríguez o Tarantino, por citar a dos que, cuando quieren, casi siempre, resultan tremendamente salvajes. La historia importa poco aunque tiene su aquel durante la primera parte de la misma, cuando parece una cinta tipo «Kung Fu», la serie mítica del pequeño saltamontes, pero en plan bestia y bajo los efluvios de ciertas plantas alucinógenas.
Boy es un chico sordomudo que deberá enfrentarse a Hilda, qué pérfida Famke Janssen, la cruel matriarca de la familia Van del Koy (obsérvese que cuando lo apellidos son alemanes parecen hasta mucho más villanos quienes los ostentan), que tiene a toda la población bajo su yugo y se ha inventado eso de «El sacrificio», o sea, que de vez en cuando la líder elige a un grupo de ciudadanos que supuestamente conspiran contra el poder establecido para ejecutarlos frente al pueblo, lo que le acaba sucediendo a la madre y la hermana de Boy, que, siendo todavía un niño, acaba solo y Dios sabe las razones bajo la férrea tutela de un chamán en plena e ingrata Naturaleza que lo entrena para convertirlo en un instrumento de venganza implacable y, así, haga justicia y acabe con la malvada gobernanta. Mientras que Boy, entre un colocón y otro, sigue añorando a la querida niñita que asesinaron, tan valiente y bien plantada y que se presenta en plan fantasma al protagonista.
Pasan los años, y un joven Boy exhibe cuerpazo de infarto ya plenamente transformado en un «guerrero definitivo» y letal, cuando decide unirse a otros cafres para, de una vez por todas, eliminar de la faz de la tierra al clan mefistofélico. Y es entonces cuando aumentan los baños de sangre, los enfrentamientos velocísimos y cableados, las situaciones absurdas, los golpes de artes marciales, los tiroteos, el caos, y en ocasiones incluso algunas escenas de un humor bastante peculiar (de hecho, el filme está narrado con una voz en off, pero, al carecer Boy de ella, el narrador confiesa que la tomó «prestada» de un videojuego) hasta que el espectador descubre la tostada, que no desvelaremos por razones obvias, y todo hace presagiar que a lo mejor el silencioso Boy tiene cuerda para rato. Un filme de acción sin freno, vergüenza ni sentido de la contención que, o aman o, por mímesis, les provoca ganas de pegarle una buena tunda al director.
Lo mejor:
Si le gustan los filmes ultraviolentos y con sentido del humor, esta es su película
Lo peor:
Por contra, cuando los baños de sangre al tun tun le suelen echar para atrás, ni se la planteen
