La resaca de la victoria de la extrema derecha en la primera vuelta de las legislativas en Francia deja numerosos llamamientos a la formación a contrarreloj de un frente republicano que evite in extremis que la llegada de los de Marine Le Pen al poder el próximo domingo en segunda vuelta. El «todos contra Le Pen» choca sin embargo con numerosas líneas rojas y vetos cruzados que hacen la tarea casi imposible sobre el papel. Los partidos tienen hasta este martes a las 18 horas para dejar definidas sus alianzas y retirar o no candidaturas. La idea de concentrar el voto republicano en un solo candidato frente a la extrema derecha es mayoritaria pero no unánime, algo que refleja a la perfección cómo el cordón sanitario se ha ido reduciendo progresivamente hasta llegar a la endiablada situación actual donde la cuestión ya no es simplemente si la Agrupación Nacional llega al poder sino también de saber, en caso contrario, cuál sería la alternativa de gobierno y pocos se atreven a responder.
El presidente Emmanuel Macron y el primer ministro Gabriel Attal ya llamaron en la noche electoral a la creación de ese frente amplio, la izquierda en su conjunto apuesta por ello pero ni todo el centro está de acuerdo en las condiciones ni mucho menos los conservadores de Los Republicanos. El conglomerado republicano frente a Le Pen iría desde figuras de la derecha clásica hasta La Francia Insumisa de Jean-Luc Mélenchon, algo tan heterogéneo que carece de sentido en cuanto a proyecto político, algo con lo que sí cuenta Le Pen.
Personalidades como el ex primer ministro de Macron, Édouard Philippe, ya han dado su consigna: ningún voto para Le Pen ni para la Francia Insumisa, es decir, se podría apoyar a los candidatos clasificados para segunda vuelta del Frente Popular de izquierdas excepto aquellos que salgan de las filas de Mélenchon. Traducido en otras palabras, apoyo a socialistas y ecologistas para que ganen en sus circunscripciones sí pero no a los de la izquierda radical. Esta equidistancia entre extremos, que Macron también defendió durante la primera vuelta, podría jugar a favor de Le Pen. La reticencia de figuras centristas y conservadoras a la figura de Mélenchon y sus afines es lo que marca estas negociaciones frenéticas para un frente republicano que se podría formar pero de forma incompleta y con muchas excepciones a la regla.
Las proyecciones de cara a lo que pueda pasar en segunda vuelta son complicadas y las horquillas parlamentarias, demasiado amplias para elaborar escenarios certeros. En principio, la Agrupación Nacional podría situarse entre los 230 y los 280 escaños sobre 577 que tiene la Asamblea Nacional. Sería primera fuerza destacada con una mayoría amplia pero no absoluta. Y aquí empiezan las complicaciones y los escenarios posibles.
Muchos analistas consideran que Jordan Bardella, el delfín de Le Pen, podría acceder al cargo de primer ministro incluso con una mayoría simple –pero amplia– a partir de los 260 o 270 prometiendo cargos ministeriales a diputados de Los Republicanos que en su momento decidieron no irse con su líder, Éric Ciotti, en la alianza con el RN que supuso un cisma en la derecha hace quince días. Además, incluso sin lograr la absoluta, Macron no podría obviar dos victorias tan rotundas de la Agrupación Nacional en las urnas. Es por ello que parece fundamental el número de escaños finales que obtenga la extrema derecha y que seguramente triplique su representación actual en el hemiciclo francés.
En caso de que un eventual frente republicano funcione y los de Le Pen no logren acceder al poder, la situación no parece menos incierta. ¿Cómo formar gobierno sin ninguna mayoría clara de nadie? La sombra de una Francia ingobernable parece consolidarse como única alternativa a la extrema derecha. En ese caso, Macron podría verse obligado a buscar alguna figura independiente, un gobierno técnico interino y un pacto entre partidos para una repetición electoral antes de que termine su mandato en 2027. Francia, el país de la segunda vuelta que da estabilidad, jugando a ser lo que tantas veces fue Italia pero sin estar acostumbrado a ello.
Bardella ha repetido que solo gobernará si obtiene la mayoría absoluta en la Asamblea Nacional (289 escaños), alegando que únicamente así podrá aplicar su programa político y no ser un mero «colaborador» de Macron. Pero muchos analistas coinciden en que la opinión pública no entendería que la formación de Le Pen se negara a intentar formar gobierno rozando esa mayoría aún quedándose por debajo tras acumular dos victorias tan rotundas consecutivas. En Francia reina estos días una atmósfera de inquietud y desconcierto. El malestar y el pesimismo han llevado a la extrema derecha a las puertas del poder y la sensación es la de que ha llegado el momento definitivo de decidir si eso toma forma.